XXIII

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Aquí me tenían, una semana después de haber hablado con Craig y Tweek había decidido que la mejor idea era hablar con el idiota de mi padre.

Y ahora realmente me arrepentía mucho por ello.

No es que el viejo fuera un hombre desagradable, de hecho nos llevábamos bien hasta cierto punto. El gran problema es que me sacaba de quicio rápidamente. No entendía si era culpa de su idiotez o de mi nula paciencia.

Me había hecho pasar a la sala donde tenía unos sofás muy cómodos, con tapiz blanco, la habitación estaba adornada con cuadros preciosos y que se veían pintados a mano, y todo el lugar tenía un aroma muy fresco a lavanda.

Al menos el viejo era ordenado.

O eso creí hasta que otra persona me recibió en la sala con una bandeja con café y aperitivos.

- Tú debes ser Damien, ¿verdad? –me dijo calmado y con una voz suave y reconfortante, a lo que yo solo asentí con mi cara de pocos amigos – tu padre me ha hablado mucho de ti.

Me gustaría haberle respondido que yo también había escuchado de él, pero en verdad solo sabía que el tipo se llamaba Chris, según lo que había dicho mi padre cuando nos visitó con Pip.

- Espero que te sientas cómodo, él viene en un momento.

Volví a asentir y tomé un sorbo del café que había traído para mí, agradeciendo que no le hubiera puesto tanta azúcar.

Pasados unos minutos de solo escuchar cosas como "el clima ha estado muy cambiante últimamente", el viejo hizo su aparición otra vez luego de haberme hecho pasar hace un rato.

Tenía esa sonrisa idiota que me hacía enfadar.

Besó a Chris en los labios y luego me dijo:

- Él es mi pareja, puedes decirle papá también.

...

¿Qué?

Quise replicar que me parecía totalmente una estupidez cuando el hombre que estaba a su lado habló.

- Oh, no amor. Con que me diga Chris es suficiente.

Bueno, al menos él sí tenía sentido común.

Con el paso del rato, mientras ellos me hablaban un poco de ellos mismos y me preguntaban cosas sobre la universidad, me di cuenta que de hecho Chris era bastante interesante y centrado. Deduje también que la razón del orden de la casa era debido a su presencia. Era todo lo contrario al idiota que estaba a su lado mirándolo con devoción.

Estaba completamente seguro que Chris podía fácilmente encontrar a alguien mejor.

- Y bien, Damien... No creo que hayas venido solo a conocer a Chris, por qué no me cuentas qué te molesta.

Uh, había estado aplazando un poco la conversación hasta estar seguro de que realmente quería hablar de esto con él.

Si soy sincero me daba vergüenza.

- ¿Tiene que ver con Pip?

Lo miré por un par de segundos y luego chisté, cruzándome de brazos y poniendo una pierna sobre otra, poniendo esa típica postura de soberbia que a pocos le agrada.

- Puede ser.

Vamos, iba pidiendo ayuda y ahora me hacía de rogar. ¿Quién me entiende?

- Sabes que puedes contarnos lo que sea –agregó el viejo y Chris asintió con amabilidad, dispuesto a ayudar en lo que fuera.

- Bueno, es que no sé cómo empezar.

Me revolví un poco el cabello, tratando de reordenar mis ideas antes de hablar.

El día que lo conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora