Capítulo 10: Vegeta

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Vegeta se dirigió a la oficina de Bulla después de la junta de la manada. Necesitaba compartir este nuevo avance sobre el cambio de aroma de Bulma y ver lo que la buena doctora tenía que decir al respecto.

La puerta de la enfermería ya estaba abierta cuando llegó. Entró para encontrar a Bardock y Gine sentados frente al escritorio de Bulla.

—Vegeta. —Bardock inclinó la cabeza.

—Lo siento, Alfa, no quise interrumpir. Puedo volver después —dijo Vegeta, saliendo de la habitación.

—En realidad, me gustaría hablar contigo acerca de lo que sucedió en la reunión.

Vegeta se estremeció mentalmente, recordando cómo le había gruñido a Ruffus por atreverse a preocuparse por el destino de Bulma.

—Por supuesto. —Dio un paso más en la habitación y agarró una silla extra. La trajo y se sentó al lado de Bardock.

Bardock miró a su Beta durante unos momentos antes de hablar.

—¿Es ella tu compañera? —preguntó finalmente.

Vegeta dejó escapar un suspiro.

—No lo sé, Bardock —respondió en una rara muestra de vulnerabilidad, mostrada mediante el uso del primer nombre de su Alfa. Eso dejó a Bardock saber que Vegeta necesitaba la orientación de su amigo tanto como de su Alfa.

Bardock asintió.

—Explícate.

—No escucho sus pensamientos, mis marcas son las mismas. Ella no ha mencionado que tenga marcas en su cuerpo. Dicho esto, mi lobo la ha reclamado. —Vegeta se pasó las manos por el cabello, la frustración evidente en su mandíbula tensa mientras continuó hablando—. He estado luchando contra él por primera vez en más de un siglo. Sin importar lo mucho que me recuerde a mí mismo que no hay signos de apareamiento, a mi lobo no le importa. Él la ha reclamado y la quiere.

—Así que, aparte de cómo te sientes por ella, ¿no hay ninguna evidencia de que ella podría ser tu verdadera compañera? —preguntó Gine con suavidad.

—Bueno, en realidad...  —Vegeta miró a Bulla, quien había estado en silencio escuchando la conversación—. Mientras estaba sentado junto a ella en la reunión capté su olor. —Hizo una pausa.

Bulla se animó.

—¿Y? —preguntó ella.

—Ha cambiado —dijo Vegeta—. Es muy débil, pero juro que podía oler el aroma de apareamiento en ella.

—¿A qué olía? —preguntó Bardock con cuidado. Vegeta sabía que Bardock sólo preguntaba porque él haría a otro lobo olfatear a Bulma para ver si lo que él olía era igual a lo que Vegeta olfateó, pero aun así se erizó. Preguntar a otro lobo cómo es el aroma de su compañera para él, era como pedirle a un hombre humano que pasara a otro la ropa interior de su esposa. En otras palabras, era extremadamente personal.

—Antes, siempre olía a vainilla. —Vegeta recordó la reunión, cuando la había olfateado profundamente—. Pero hoy había una pizca de canela. Estaba apenas allí, pero era embriagador.

Las palabras de Vegeta se suavizaron mientras pensaba en el olor de Bulma, recordando cómo su lobo se había despertado.

—Interesante —murmuró Bulla—. ¿Cuánto tiempo has estado de vuelta?

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