Capítulo 17: Bulma

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Bulma se sentó en su cama mientras se quitaba los zapatos. Había escogido un atuendo cómodo, pero al mismo tiempo halagador. Definitivamente tenía que ser cómodo dado que su clase de defensa personal era hoy. Así que se puso pantalones de yoga negros, una camiseta azul manga larga, y sus Nike. Parada frente al espejo, examinó el resultado y sonrió. No demasiado desaliñada.

Bulma realmente no era vanidosa, pero sí apreciaba los atributos que Dios le había dado. Largas y torneadas piernas, una pequeña cintura y un busto grande. Ciertamente le gustaba ser grande en esa área, pero estaba el molesto problema de chicos a menudo hablándole a su pecho en lugar de a su cara. Algunas veces pensaba que ellos realmente esperaban que les respondieran, de verdad.

Tenía un abundante y largo cabello azul, aunque el azul no habría sido su primera opción, y brillantes ojos azules. A menudo la confundían por una peliazul tonta, pero algunas veces era mejor dejar que las personas la subestimaran.

Bulma miró el reloj en su teléfono y respiró profundo. Vegeta estaría ahí en cualquier momento, o al menos debería estarlo. Desafortunadamente había una pequeña voz, a la cual la mayoría del tiempo ella era capaz de decirle: "me importa un pito", tratando de decirle que probablemente había cambiado de opinión. Él probablemente se habría acostado en su cama anoche maldiciéndose por reaccionar ante el calor del momento y hacer una promesa que estaba más allá de lo que él quería.

Él no haría eso, le dijo a la voz.

¿Estás segura?, respondió esta.

Bulma sacudió su cabeza.

¿Qué dem...? Estoy discutiendo con mi subconsciente. Detente, Bulma. Solo detente.

Respiró profundo varias veces y se sintió un poco más en tierra.

—Está bien. Puedo hacer esto. No hay problema —le dijo a la habitación vacía... después casi se le salió el corazón por la boca cuando hubo un golpe en la puerta—. Sí, lo tienes bajo control, Mujer Maravilla —murmuró sarcásticamente mientras abría la puerta.

Ella contuvo la respiración mientras la abría. Sin importar cuanto había tratado de prepararse, siempre se sentía afectada por su presencia: el tamaño de él, el nivel de intensidad en sus ojos negros cuando la miraba. Está bien, así que "afectada" era decirlo suavemente.

Ambos se quedaron parados ahí mirándose el uno al otro. Bulma tuvo la perceptible sensación de que él también había esperado que ella se acobardara. Vegeta iba a aprender que Bulma no se acobardaba. Una vez que se proponía algo, se comprometía al cien por ciento.

—¿Puedo pasar? —preguntó Vegeta finalmente, rompiendo el intenso momento.

—Oh, sí. Lo siento —balbuceó Bulma. Y después, mientras él entraba a su habitación ella se dio cuenta de algo—. Tocaste la puerta —dijo. Las palabras casi sonaban a una acusación en lugar de una observación.

Vegeta se volteó a mirarla, una pequeña sonrisa en su cara reciamente atractiva.

—¿Estás decepcionada?

—Sí. No. Quiero decir, solo me atrapaste fuera de guardia —admitió finalmente.

Aunque ella lo había fastidiado para que tocara las puertas, ahora encontraba que la había hecho sentir especial. Sí, escuchaste bien, pensó. Tan ridículo como sonaba, él irrumpiendo de esa forma la hacía sentir que no podía esperar para verla, o chequearla. La urgencia en él cada vez que entraba campantemente sin invitación era un subidón de adrenalina para ella. Esperaba que él no pudiera ver a través de su expresión de póker que había perfeccionado... no en realidad.

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