Capítulo 22: Bulma

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Bulla estaba sentada en su escritorio, continuaba en la búsqueda de los archivos por cualquier documentación sobre el emparejamiento de los latentes y los pura sangre Canis Lupis. La puerta se abrió de repente.

—Doc, necesitamos de su ayuda —anunció Bulma mientras ella y Pan entraban.

Bulla se recostó en su silla y sonrió.

—¿Cómo puedo servirles, chicas?

—Primero necesito que prometa que mantendrá una mente abierta y me dejará terminar antes de enloquecer. —Bulma sostuvo la mirada de Bulla, esperando a que la doctora aceptara antes de continuar.

—Está bien, lo haré. Prometo mantener una mente abierta y no enloquecer hasta el momento apropiado.

—Genial. —Bulma tomó asiento en una de las dos sillas en frente del escritorio y Pan tomó la otra—. Estoy declarando la guerra a los hombres que fueron lo suficientemente estúpidos para provocar a mi compañero.

—¿Tu compañero? —interrumpió Bulla.

—No no, Doc. Prometió mantenerse al margen hasta que terminara. —Bulma le arqueó una ceja.

Bulla levantó las manos en señal de rendición.

—Como estaba diciendo, estoy declarando la guerra. No quiero herir a nadie pero sí quiero mandar un mensaje claro de que las mujeres en esta manada no van a aceptar mierda de nadie, ni vamos a tolerar que ellos enojen a nuestros hombres. —Bulma hizo una pausa esperando a ver si Bulla iba a decir algo. No lo hizo—. Así que he estado cocinando un plan, que aunque es inofensivo, será bastante humillante.

Empezó a explicar los detalles de su plan. Al mismo tiempo, los ojos de Bulla se fueron abriendo más y más.

—Ahora bien, un problema que estaba tratando de solucionar era cómo asegurarme de que todos vayan a ver los Chippendales. Creo que he encontrado la solución. Natasha y yo seremos las que los invitaremos a jugar cartas con nosotras. Les diremos que tenemos que jugar en el gimnasio después de que todos se hayan ido porque no podemos tener sus esencias en nuestras habitaciones o nuestros machos enloquecerán. Entonces, después de que Milk, Pan y Liam hagan su parte, ellos podrán tomar los volantes, hechos por mí, e ir puerta por puerta a repartirlos. —Bulma sonrió, obviamente satisfecha consigo misma.

Pan la miró, con la frente arrugada.

—¿Qué va a decir el volante exactamente?

—Que deben venir a una fiesta multi-manada después de horas en el gimnasio. Inteligente, ¿no? —Bulma levantó la mano a Pan para chocarlas.

Pan le dio un golpe reacio a la mano.

—Pero cuando lleguen al gimnasio en lugar de una fiesta van a obtener una vista de...

Bulma interrumpió.

—Lobos con el trasero desnudo.

Luego se echó a reír.

—De verdad estás empezando a asustarme —dijo Pan cansadamente.

Cuando Bulma miró a Bulla expectante, ella se inclinó hacia adelante y puso sus codos sobre el escritorio. Tomando una respiración profunda, preguntó:

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