Capítulo 22

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Emilia

Mi papá no me dió el permiso para ir a esa fiesta, tendré que buscar otro tipo de actividad entretenedora. La verdad que estos últimos días me estuve sintiéndome bastante rara.

Cantar con los chicos se sintió tan bien, nuestras voces juntas se escuchaban tan bien. La verdad es que si son unas buenas personas, pero tratan a las mujeres tan mal, menos León y Ulises, ellos son unas personas muy amables. En cambio Silverio y Claudio, ellos son unos idiotas.

A pesar de que Silverio sea un grandísimo idiota... Es un gran amigo, escucha, te hace reír y cuando crees que ya nada vale la pena el lo salva con uno de sus comentarios.

La amistad de los chicos se puso muy aprueba cuando entramos a este maldito pueblo. Los chicos se han puesto bastantes tóxicos por la presencia de Silverio, Ulises, León y Claudio. Y por último las niñas... Pues ella... Estamos bien... Eso creo con Machu y Keiko hablamos todo el tiempo, pero con Antonia esta todo mal.

No sé, es horrible no tener la respuesta para nada. Lo único que necesito es paz, divertirme y hacer algo para olvidarme de todo. En estos momentos necesito a mi mamá o a Andrés.

Según Charles Bukowski "La tristeza es causada por la inteligencia, cuanto más entiendes ciertas cosas, más desearías no comprenderlas" ES TAN VERDADERO, si no comprendiera todo lo que hace Claudio estaría como estúpida detrás de el. Pero no lo estoy... Creo. El punto es que me pone triste que el sea así tipos como el solo quieren una sola cosa y todas lo sabemos.

-Oye- Azul entro a mi cuarto ¿Acaso está niña no toca antes de entrar?- Tu entrenador llamo y me dijo que necesita una respuesta.

-¿Le dijiste alguien?- pregunté.

-No- Dijo ella- Me debes una. Luego te digo cuanto te saldrá- y se fue.

Ash ya no la soporto.

Tome el bolso negro que estaba debajo de mi cama, tome las llaves de mi carro y baje. Es hora de la actuación y tomar las riendas de algunos problemas.

Luego de una o dos horas de conducir llegué a México. Esto es estúpido, me puse un ortesis de rodilla y tome mis dos muletas... Que inteligente que soy. Baje del carro y entre a mi segundo hogar, era un gimnasio inmenso dónde había barras, trampolines y más cosas de entrenamiento.

-Omg- mi equipo estaba enfrente mío y todas mostraban una expresión de miedo, menos Lucrecia Montesinos niña idiota- ¿Emilia que te paso?- pregunto Carla.

-Pues yo...

-Mi gimnasta estrella- ay no. Jorge Suquet, mi entrenador un señor misterioso y raro. Le debo la vida y ahora me encuentro mintiendole porque la verdad es que no tengo nada... Mi rodilla está perfecta- Dime que no.

-Tuve un accidente- dije- Estuve practicando la coreo que tú me habías dicho y cuando intenté hacer el último salto me caí y mi rodilla fue... Jorge tengo una rotura de ligamentos cruzados y debo estar así doce meses... Lo siento, pero no podré ir a la competencia.

(...)

Llegué al carro y pude soltar todo el aire que tenía contenido en mis pulmones, algún día pediré unas buenas disculpas. La primera será para mí papá por a ver conducido hasta la ciudad de México sola y sin su permiso, la segunda será para mis amigos por no decirle la verdadera razón por la que me mudé a este miserable pueblo, la tercera será para mi equipo y para mí entrenador por haberles mentido de esa manera y la cuarta, pero no menos importante, será para mí por mentirme tanto y creerme mis mentiras.

-Okey- suspire- Al infierno de vuelta.

-¿Ahora hablas sola?- me di vuelta, reconocía esa voz- ¿Emilia que te paso?- Claudio Meyer se encontraba enfrente mío.

-¿Me estás siguiendo?- fue lo único que dije.

-Yo pregunté primero- que inmaduro.

-No hablo sola- respondí la primera pregunta- Y no me pasó nada- dije y apoye mi pie en el suelo dejando las muletas al lado del carro- Ves. Ahora dime, ¿Me estás siguiendo?.

-Mira, loca, mi papá trabaja en la ciudad de México y me pidió acompañarlo y lo hice- Claudio Meyer tiene una respuesta para todo- Además si no te pasa nada ¿Por qué tenes eso?.

-¿Que no le pasa nada?- mierda. Carla estaba detrás de nosotros Claudio por favor no digas nada. Rápidamente tome las muletas y me apoye en ellas- ¿Acaso no vez? Se rompió la rodilla.

Claudio me vio y su cara de confución me demostró lo confundido que estaba, es obvio acaba de verme caminar lo más normal.

-Carla ¿Que haces aquí?- pregunté- Creo que tienes que ir a entrenar, no quiero retrasarte.

-Vine a ver si necesitabas ayuda- me dijo ella- Lidiar con tu rodilla es un duro trabajo.

-Si, pero yo...

-Yo la ayudo- Claudio cierra tu boca- Hola soy Claudio Meyer amigo de esta señorita.

-Con que se conocen- dijo Carla- Está bien. Emi espero que te mejores pronto y recuerda que siempre va a estar este para ti- me entrego un bolso negro, se que contiene. Pero me da miedo abrirlo- Hasta luego- Carla se despidió amablemente de nosotros dos y se fue a seguir con su entrenamiento.

-¿Me vas a explicar?- pregunto Claudio, tal vez si hablé con el... Es que, lo veo y me encanta... Está mal sentir todo lo que siento por el. Pero ya no lo puedo evitar.

-Menti- dije sin más- Mi rodilla está perfecta y...

-Alto ¿Tu rodilla está bien?- me preguntó y yo asentí- Emilia me hiciste pensar que te había roto la rodilla ¿No pensas? Mierda, Emilia, llevo día y noche sintiéndome una reverenda mierda por lo que te hice y ahora resuelta que todo fue una mentira.

Esas palabras fueron como una balde de agua fría. Sentía que todo lo que decía dolida y me hacía entrar en razón, mis ojos se inundaron de lágrimas que comenzaron a salir sin detenerse.

-No, Emi, no llores- fue lo único que escuché.

-Tienes razón- hablé entre lágrimas- No pienso en nada, soy muy estúpida.

-Tienes razón- hablé entre lágrimas- No pienso en nada, soy muy estúpida

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Se viene el amor; confirmo.

Está también va de regalo. Ahora sí bye

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