Capítulo 2

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Una hora después Adeline se marchaba del High Kim a comprarle a Hwasa un broche con rubí en forma de corazón en una de las joyerías de Army’s shop

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Una hora después Adeline se marchaba del High Kim a comprarle a Hwasa un broche con rubí en forma de corazón en una de las joyerías de Army’s shop.

   En High Kim había muchas tiendas exclusivas pero la pelinegra  nunca compraba los regalos de su jefe ahí. Le parecía más personal ir fuera del reino de Namjoon para conseguir los tesoros de sus amantes.

   En realidad aquello no era un buen razonamiento. Kim ni siquiera elegía los regalos ¿Cómo iban a ser personales?

   Compró el broche, regresó al hotel y se lo enseñó orgullosa a Namjoon para que supiera el bonito regalo que iba a hacerle a Hwasa.

- Estupendo Adde. Le va a encantar.

   La pelinegra sintió un nudo en la garganta en lo que envolvía el broche de nuevo. Para entonces hacía más de 6 horas que se había dado cuenta que estaba enamorada. No podía darse el lujo de lloriquear… quizá aquella pasión repentina se consumiría por si sola… pronto.

   “Oh por favor dios, el maligno o quien sea. Deja que termine pronto”.

   Pero aquella plegaria no fue respondida. Los días pasaban y aquel deseo no se desvaneció. Se las arregló para no llorar y Namjoon nunca se imaginó nada, Adeline se aseguro de ello por orgullo. No quería que el rubio supiera que estaba desesperadamente enamorada de él.

   Algunas veces Namjoon le dirigía una mirada algo confusa, como si intuyera que a su secretaria le pasaba algo, pero Adeline trabajaba como siempre por lo que no volvió a preguntarle qué le ocurría.

   Entonces empezó a sentir nuevos tormentos. Cosas sencillas y cotidianas como rozarse con él, seguirlo a la sala de reuniones mientras le daba instrucciones de última hora o de que se quedaba desnudo de la cintura para arriba al cambiarse la camisa por otra limpia… intentó no mirar sus musculosos brazos, ni imaginarse como se sentiría el ser abrazada contra aquellos pectorales tan anchos mientras bajaba la cabeza para cubrirle la boca con los labios. Era horrible, lo había visto cambiarse al menos 50 veces. Nunca había pensado que una camisa limpia pudiera resultar una tortura. Hasta ese momento.

   En realidad sus vidas estaban tan… entrelazadas.

   Ambos vivían en el mismo lugar donde trabajaban. Namjoon tenía una suite en el ático. La habitación de Adde era más pequeña, por supuesto y estaba varias plantas más abajo. Pero a ella siempre le había encantado vivir ahí.

   Adoraba el glamur y las emociones de su vida en High Kim. Ahí se podía comer, dormir, hacer la compra, trabajar y divertirse. Todos los días había una fiesta.

   Adeline no era precisamente la persona más aficionada a las fiestas, pero al trabajar para Namjoon sentía como caía bajo el brillo de la atmosfera.

   Cuando era adolecente era un poco tímida y no había tenido mucho éxito. No es que no fuera atractiva pero no era espectacular y el ser extranjera, no ayudaba mucho. Provenía de una familia numerosa y era la cuarta de seis hermanos. Sus padres habían sido buenos pero tenían muchos hijos y desviaban completamente su atención de uno a otro. Además después del divorcio y que su madre se casara con Bang y tuvieran que mudarse a Corea, fue mas difícil. Ella se sentía más cercana a sus 2 mejores amigos Yoongi y Hoseok, que a sus propios hermanos y hermanas.

   Se había licenciado en contabilidad en la Universidad de Seoul y había trabajado como contable para una gestoría antes de tropezarse con aquel trabajo de secretaria y ayudante de uno de los clientes de su empresa.

   Adeline adoraba aquel trabajo. Tenía que ser muy organizada y saber desenvolverse en el mundo de los negocios y estar preparada para todo. Llevaba la correspondencia y agenda personal de su jefe, hacia sus compras y lo acompañaba a cenas y fiestas. Sus cometidos y responsabilidades rara vez eran iguales 2 días seguidos.

   Adeline había entrevistado a Namjoon para sus gestorías y él recordó a su vecina de infancia. Dos meses después había recibido una llamada del Departamento de Recursos Humanos de Namjoon. Fue en avión a verlo a Seoul y el rubio la contrató en aquel mismo instante.

- Eres exactamente lo que estaba buscando
Adeline. Eres eficiente, con las ideas claras. Discreta e inteligente. Y alguien de casa, de mi ciudad. Me gusta eso. Realmente me gusta.

   Fue una relación profesional exitosa desde el principio. Impersonalmente íntima, era lo que Adeline solía pensar. Ella era una verdadera “esposa de oficina” y con eso estaba satisfecha. Era muy buena en lo que hacia, disfrutaba con su trabajo y su jefe conocía su valor.

   Le había subido el sueldo varias veces desde que empezó a trabajar en High Kim. De forma que ganaba el doble que al comienzo. Ya no se sentía tímida. Se veía a si misma como reservada y serena. Mantenía la calma en todo momento. Namjoon contaba con ella para todo y ella lo hacía con habilidad y gracia. Era una mujer feliz con un futuro profesional brillante que había cometido el error de enamorarse de su jefe y estropearlo.

   Todo había cambiado. Adeline estaba viviendo al mismo tiempo la agonía y el éxtasis.

   Para el cuarto día estaba tan desesperada como para sopesar la posibilidad de hablar de sus sentimientos ¿pero para qué? ¿Para empeorarlo todo? ¿Para hacer que su humillación fuera completa? Además Namjoon era totalmente inalcanzable, por lo que no le dijo nada.

   Para el sexto día se vio a si misma planteándose lo imposible: presentar su renuncia, pues casi se le había olvidado lo mucho que le gustaba su trabajo. En aquel momento trabajar era más bien una tortura. Quizá debería renunciar… pero no lo hizo. No hizo nada, solamente intento pasar la jornada lo mejor posible. Esperaba fervientemente que las cosas mejoraran, de un modo u otro.

   En el octavo día Adeline tuvo una llamada de su amigo Yoongi.

   En el octavo día Adeline tuvo una llamada de su amigo Yoongi

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Amando a mi jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora