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- ¿A... A, Adeline? - Tartamudeo Namjoon cuando entró el lunes a la oficina y vio a la nueva Adeline en su escritorio.
- Exacto ¿Qué pasa? - Preguntó la pelinegra con una sonrisa medio nerviosa y medio traviesa.
- No nada, nada - contestó Namjoon sudando un poco.
- ¿Namjoon? - aguijoneó su secretaria.
Se dio cuenta de que se había quedado absorto mirándola, y es que no era para menos... se veía genial.
Su cabello estaba más corto, a media espalda, lo traía prácticamente suelto con un sexi mechón que se le escapaba a su media coleta y se le veía muy bien. Además estaba su ropa... ¡Oh por el Maligno! El traje de dos piezas rosa pastel a la medida, el pantalón de vestir a la cintura, con esa blusa roja fajada perfectamente, con algunos adornos en el cuello de color azul y blanco, la hacían ver deslumbrante.
Sacudió la cabeza.
- ¿10 minutos?
- Por supuesto jefe.
Namjoon entró a su despacho donde encontró la declaración de la renta de su madre preparada sobre el escritorio. Entonces llamo a la pelinegra el interfono.
- Adeline.
- ¿Si?
- ¿Puedes venir ahora mismo?
20 segundos después la ojimiel estaba en su despacho con el cuaderno y la grabadora.
- Tu traje es nuevo ¿verdad?
- Si Namjoon. Es nuevo.
- Adeline... ¿Qué has estado haciendo?
- Eso parece una pregunta personal - dijo con un brillo de desafío y un poco de aprensión en sus bellos ojos.
- Probablemente, porque lo es.
- No creo que debamos hablar de eso en la oficina.
- Entonces sugiere una hora diferente.
- Mmm ¿te parece bien esta noche a las 7 en mi habitación?
- Tengo una idea mejor.
- ¿Si? - Tragó saliva.
- Vamos a tomarnos un par de horas libres y vamos a mi habitación. Ahora.
La pelinegra estuvo a punto de tirar su grabadora.
