Capítulo 7: Uloboridae.

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PASADO

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PASADO

Matt.

Agradezco al entrenador cuando me entrega la ficha de autorización para poder cambiar el horario de mis clases de biología. Confirmo que todo esté en orden; todas las firmas solicitadas se encuentran pautadas y el maestro Antonio ya no podrá negarse a aceptarme en su clase.

Sin prestarle mucha atención a lo que me dice, me despido y me encamino hacia el comedor del instituto. Miro a mi alrededor intentando ubicar a Carlos y lo encuentro sentado al fondo de la estancia, me apresuro a encontrarme con él cuando de nuevo escucho su voz. Detengo mis pasos y como un idiota la busco entre la multitud. Cuando doy con ella lucho con la tentación de acercarme y preguntarle si se acuerda de mi, cosa estúpida porque sé que no vio mi rostro, pero todo a su tiempo. Más tarde será.

Sigo mi camino y tomo asiento frente a Carlos quien guarda su celular al notar mi presencia y saca de su mochila varios tuppers dejándolos sobre la mesa, de último saca las cucharas entregándome una. Yo por mi parte saco las bebidas y las pongo sobre la mesa para que él elija cual tomar.

—¿Ya lograste lo que querías? —asiento—. Espero y valga la pena, porque no me aguante por nada tu intensidad en esta semana.

Carlos me ayudó a conseguir las firmas y ya me coronó como el intenso, cuando él por su parte se puso más intenso porque quería llevarle serenata a la pelirroja que se encuentra a varias mesas de distancia.

—Te juro que lo vale, y ya te recompensaré. ¿Qué tal si cocino la próxima semana?

—¿Juras que serás quien cocine? —le sonrío mientras me encojo de hombros—. Matt, Mariana cocina delicioso, pero los tratos son tratos.

—Lo dices como si fuiste quien cocinó esta semana.

—Mi bella y hermosa madre insistió, no me pude negar. Además sé que estás comprando los jugos en Diosa, así que cállate, tramposo.

—¿Me vigilas, novia psicopata?

—Ya quisieras...

—¿Cómo te fue con Lisa? —dirijo mi vista hacia donde está sentada la susodicha junto a la diosa de mi corazón. Carlos mira hacia allá, pero aparta rápidamente la mirada cuando Lisa mira hacia nosotros— ¿Carlos?

—Pues mal, no me creyó, para ella Luca es un pan de Dios, santo de todos los santos.

Nuestra conversación terminó en el mismo instante en que dejó de hablar ya que se dispuso a comer, y yo imité sus acciones. Carlos lleva un largo tiempo interesado en Lisa y ella da indicios de que sí, otras veces de que no.

La historia entre ellos es algo que Jones no termina de contar.

...

Al entrar al aula me dirijo hacia el maestro Antonio quien está sentado en su escritorio absorto en un libro. Lo saludo y le muestro la ficha que solicitó para poder estar en su clase.

Entre Nuestras SábanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora