Capítulo 8: Musa.

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PASADO

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PASADO

Matt.

Prácticamente corro al ver la hora, en varios minutos serán las siete de la noche. Cuando logro divisar la cafetería acelero más mis pasos hacia la misma y al entrar, las pocas personas que se encuentran en el lugar siguen en lo suyo. Ubico a Isis en el fondo con varios libros y hojas sobre la mesa.

Culpable por la tardanza me dirijo hacia ella. Dejo mis cosas en el suelo y me siento a su lado e inmediatamente me recalca mi tardanza.

—Lo siento de verdad, al entrenador le pareció buena idea alargar las cosas —no obtengo respuesta de su parte, solo varias hojas en blanco y un bolígrafo azul—. Veo que vas muy avanzada ¿Qué me corresponde hacer?

—Toma el libro que está frente a ti y de la página 169 haz un análisis, luego, del libro de taxonomía harás otro análisis de la página 525, pero a modo de conclusión.

—Bien, pero ¿estás bien? ¿Estás cómoda haciendo esto? —me quedo observándola a la espera de una respuesta, sin embargo, solo deja de escribir. Luego de un rato me mira y asiente para seguir escribiendo.

Tomo el libro que está a mi frente y voy a la página que me indicó. Ojeo un poco y la información parece interminable, disculpándome por interrumpirla le pregunto que hasta que página es que tengo que leer para realizar mi análisis, solo me dice que hasta la página 189, ya que lo otro es irrelevante y se repite en los demás libros.

Leo sin muchas complicaciones las páginas que me indicó, y comienzo con lo que sería mi análisis.

...

—¿Te gustaría comer algo? —le pregunto a Isis, quien está realizando otra asignación, la cual comenzó mientras yo terminaba con la conclusión de nuestra práctica.

—Sí ¿y tú?

—Siento que voy a desfallecer, ¿qué te gustaría comer? —tomo mi mochila y de ella saco mi billetera. Doy un rápido vistazo hacía Isis quien se encoge de hombros.

—Lo que sea, no soy muy quisquillosa con la comida.

Guiándome de sus palabras me levanto y me dirijo hacer mi pedido. Siempre que venía a este lugar con las esperanzas de volverla a ver, me quedé fascinado con los rollitos de canela, así que pido eso junto a dos batidas de fresa.

No tengo que esperar mucho, pago inmediatamente y llevo mi pedido a la mesa. Cuando Isis ve lo que pedí me sonríe y agradece.

—Te vi en el comedor del instituto y pensé en acercarme a ti —nuestras miradas hacen contacto ante mis palabras y lo reafirmo, es hermosa—. Quería saber si te acordabas de mí.

—Obvio, lo hago, pero creí que te gustaría hacer de cuenta que esa noche no pasó.

—Eso creí hasta que comenzaron a pasar esas cosas —al pensar en los sueños y en todas las veces en que me encontré pensando en ella, una sonrisa se forma en mi rostro, pero ella solo me mira en desconcierto.

Entre Nuestras SábanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora