Capítulo 9: Besar.

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PASADO

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PASADO

Le digo a Matt que haga silencio ya que viene refunfuñando detrás de mí, bajo los escalones y sigo el estrecho camino pavimentado hacia la biblioteca.

—Thomas me matará cuando el entrenador le diga que falte al entrenamiento de hoy.

—Claro que no —puede que él esté exagerando o no, pero su padre no puede pretender que la vida de Matt solamente se basará en los entrenamientos de fútbol—. Serás afortunado y dejaré que te lleves la práctica como prueba.

—Eres tan bondadosa, corazón —ante lo último me detengo y me doy vuelta entrelazando mis manos detrás de mi espalda.

—Matt, deja de decirme así.

—¿Nerviosa, corazón? —niego— ¿De verdad? Pues ¿qué hacen esas manos ahí detrás?

—Nada que te interese.

—Diría que rompes mi corazón, pero tú eres mi corazón —en su rostro una sonrisa coqueta aparece mientras que él con sus manos forma un corazón—. Isis Peterson, mi corazón.

—Deja de decir tonterías, te van a escuchar y comenzarán a esparcir rumores.

—¿Me estás negando, corazón? —él forma un puchero el cual trato de ignorar— Mejor dime que me quieres.

—Ni la una ni la otra, ahora camina que el sol me está calcinando —retomo mis pasos mientras que Matt se pone a mi frente y camina mirándome—. Date vuelta y mira al frente —ordeno—. Te vas a caer como las otras mil veces que lo has hecho por caminar así.

Ignora completamente mis palabras y comienza a dar vueltas a mi alrededor. Me detengo varias veces ya que el camino es estrecho y él me está dificultando poder caminar decentemente.

En una de sus tantas vueltas se enreda con sus pies cayendo al pasto y no en la zona pavimentada. Para su mala suerte anteriormente llovió y su pantalón blanco ya no es tan blanco.

Me quedo mirándolo un rato en el suelo, pero sigo mi camino porque necesito llegar a la biblioteca para poder refugiarme del sol. Antes la lluvia era tan fuerte, que parecía que se iba a caer el cielo, pero ahora el sol está más que potente y no hay ni una sola nube.

—¿No me vas a ayudar corazón? —grita.

—Te dije que te ibas a caer, levántate tú solito.

—Extraño esos días en que te preocupabas por mí.

No digo nada y me detengo a esperar a que esté a mi lado, cuando llega doy un vistazo a su pantalón que está muy marrón en la parte trasera.

Entre Nuestras SábanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora