CAPÍTULO 52

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Veo a Bruno volver al aula después de haberse ausentado por varios minutos, y a nadie parece importarle su llegada tarde, ni siquiera la profesora le consulta el motivo, sino que lo saluda y le pide que se siente rápidamente en su lugar.

Fijo mi mirada en su rostro pero no descifro en él ninguna emoción particular, hace tiempo sus expresiones son indescifrables y eso me intriga.

— ¿Habrá ido a entregar algún pedido? —me susurra Emily mientras me codea.

— Estaba pensando lo mismo, pero no estoy segura —me giro para verla y le doy la espalda a Bruno—. Pero, ¿notaste lo mismo que yo?

— ¿Qué le salió un grano gigante en la cara? —me pregunta mientras me lo señala.

Yo me fijo que tiene razón, ese grano parece tener vida propia, creo que Bruno debería ponerle un nombre, pero muevo a todos lados mi cabeza para despejar mi mente y poder exponerle mis dudas:

— ¿No viste que llegó muy tarde y la profesora no le preguntó cuál fue el motivo de su demora? Si cualquier otro hubiese entrado cuando la clase ya hubiese empezado mínimamente la profesora lo interrogaría —le digo bajando la voz para no llamar la atención.

— ¿Será que guarda silencio porque... —abre demasiado sus ojos como si hubiese descifrado algo importante y sube el volumen de su voz para decirme—. ES SU CLIENTA?! —me dice afirmando y cuestionando su duda, pero sin darse cuenta que ya los ojos de todas estaban en nosotras.

— Disculpe, señorita Brown, ¿usted está vendiendo algo? ¿quién es su clienta? —interviene la profesora clavándonos su mirada.

Ambas tragamos saliva y veo que Emily abre la boca para decir algo, conociéndola seguramente dirá algo que nos perjudiqué, así que decido intervenir:

— La que vende soy yo, soy revendedora de productos de belleza y de maquillaje —le miento, pero lo digo tan segura de mí misma que sé que se lo va a creer. 

Así fue, la profesora me cree y parece perder el interés en averiguar más de mi "nuevo emprendimiento" así que nos pide que nos callemos o sino nos iba a separar para que dejemos de interrumpir su clase.

Esa frase nos bastó para hacerle caso y con una mirada le trasmití a Emily que estaba de acuerdo con sus sospechas: ¡La profesora de matemática le compra droga a Bruno!

***

En el recreo decidimos seguirla para analizar sus movimientos y confirmar nuestras suposiciones. Luego de unos minutos, la perdemos de vista y decidimos revisar sus cosas para ver si allí encontramos algo.

Estamos ante la puerta de la sala de profesores, sin embargo, no nos animamos a entrar porque dudamos si alguien está adentro.

— Golpea vos —le pido a Emily.

— No, mejor vos —se niega ella.

Estuvimos así por varios minutos y ninguna se animó a golpear la puerta hasta que se acercó el suplente de inglés y nos preguntó si necesitábamos algo.

— No... bueno, en realidad, sí. ¿Puedo hacerle una pregunta? —le consulta mi amiga.

— Sí, claro, ¿tiene alguna duda con respecto a la materia? —le dice ingenuamente nuestro profesor.

— No, es algo más personal —le dice y le agarra el brazo con confianza para alejarlo unos pasos de la entrada de la sala de maestros, a todo esto, el suplente la mira como si le hubiese salido un tercer ojo y Emily notando eso se apura en preguntarle—. Sé que es nuevo, pero... ¿Sabe si la profesora Gutiérrez consume droga?

Éramos un par de farsantes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora