CAPÍTULO 46

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— ¿QUÉ? ¿EN SERIO? —me grita Emily.

— Shhh no quiero que todo el mundo se entere —la regaño y miro alrededor para comprobar si alguien nos escuchó, veo que nadie nos presta atención porque todos están ocupados contándose las novedades unos con otros y aprovechando los cortos 15 minutos de recreo y me alivio.

— ¿ESTÁS DE NOVIA CON FABRI Y RECIÉN AHORA ME ESTÁS CONTANDO? —sigue gritando mi mejor amiga ignorando mi pedido.

— Déjame pensar... —le digo y ella me mira extrañada, antes de seguir hablando espero a tener toda su atención —. ¿Cuándo querías que te lo cuente si estuviste desaparecida durante estas dos semanas?

— No estuve desaparecida estuve castigada, pero ¿no sabes que hay algo que se llama teléfono? Me hubieses llamado.

— ¿A dónde querías que te llame si tu mamá te dejo sin celular? —le pregunto seriamente.

— Bueno Abril, límpiate tus oídos porque te voy a decir algo importante —me dice afinando la voz generando suspenso—. Hay algo que fue inventado por Antonio Meucci y que fue patentado por Alexander Graham Bell que se llama teléfono fijo. Por si no lo sabes, es un aparato que sirve para llamar a las demás personas cuando hay algo importante que quieras comunicar, por ejemplo que por fin te pusiste de novia con Fabri, y lo bueno de este aparato es que mi mamá no me lo prohibió.

— ¿Siguen existiendo los teléfonos fijos? —le pregunto extrañada, en mi casa hace muchos años que los sacamos, ¿si se tienen celulares para que tener teléfonos?

— Uggg no puede ser que en serio me estés preguntando eso —me dice gruñiendo mi amiga y yo me acerco para tocarle la frente como si estuviera tomándole la fiebre—. Ey ¿qué haces? —me pregunta y se aleja yo solo me río.

— Estoy tomándote la fiebre, ¿te sentis bien? ¿Desde cuándo sabes tanto sobre los teléfonos?

— Es que cuando se está tanto tiempo encerrada y sin nada para hacer, una se pone a investigar. Te puedo hablar de cuanto tardaron en construirse las pirámides egipcias, de los primeros juegos olímpicos y de muchas cosas más, pero lo primordial es que me cuentes todo y con lujo de detalles —me exige.

— Si ya te lo conté —le recuerdo.

Ella lleva una mano a su pecho y me mira ofendida.

— "Emily, sabes que me olvide de contarte algo, estoy de novia con Fabri" —recita de memoria—. Eso no es contar todo y menos con lujo de detalles, me los merezco por ser tu mejor amiga y porque me tuviste abandonada durante todas las vacaciones —me dice mientras se cruza de brazos.

— Fue hermoso —le digo mientras una sonrisa se extiende por mi boca—. El sábado Fabri me llevó a la feria de diversiones. ¿No es un dulce? —le pregunto y Emily asiente—. Yo nunca le había dicho que me gustaba ir allí, pero él se tomo el trabajo de averiguarlo para sorprenderme.

— ¿Y cómo la averiguó? —me pregunta Emily.

Yo le señalo a Mora que está sentada a varias mesas de distancia tirándole comida en la cabeza a un chico. Por ser Mora eso es bastante tranquilo. Y Emily desesperada porque no le cuento lo que ella quiere saber me apura:

— Dale contame, ¿qué hicieron allí?

— Teñirme el pelo —le digo irónicamente, pero ella me mira con más atención para ver si es cierto—. No seas boba, ¿qué vamos a hacer en una feria? Obviamente jugar a todo lo que hay allí. 

— Bueno che, nunca fui a una feria de esas.

Yo me levanto rápidamente de donde estoy sentada y le digo sorprendida:

Éramos un par de farsantes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora