Me veo en el espejo y no puedo creer la imagen que me devuelve el reflejo, llevo puesto un vestido blanco de corte sirena que me queda precioso, además estoy peinada y maquillada tan mágicamente que no puedo evitar sonreir ante lo que veo.
Me retoco el peinado antes de voltear para ver a papá, él me está mirando e intenta evitar llorar, me causa muchísimas ternura verlo así y lo abrazo fuertemente. Él me devuelve el abrazo durante unos segundos hasta que se despega para recordarme que tenemos que salir pronto. Me miró una vez más en el espejo y no puedo evitar lanzar una carcajada de felicidad, hacer esto me hace completamente feliz.
Papá también me mira sonriente y me enseña sus dos pulgares diciéndome que todo va a estar bien, yo le agradezco, inspiró profundo y abro la puerta, caminamos por un largo pasillo que parece interminable. Como estoy muy ansiosa por llegar del otro lado apuro el paso pero siempre cuidando de no caerme con los zapatos de tacón que opte por usar, de cualquier manera mi papá está atento de que no me caiga y está allí para brindarme apoyo cuando lo necesite.
Llegamos al final del pasillo, oigo ruido del otro lado de la puerta y una sonrisa enorme se extiende por mi rostro. Me seco la transpiración de las manos y ni bien escuchó que arranca la música me predispongo para abrir la puerta de la Iglesia pero papá me detiene para agarrarme las manos y decirme unas bellas palabras:
— Abril, hoy es tu día especial, hoy es el día por el que tanto soñaste, te amo hija y sabes que estoy completamente orgulloso de ti —me dice y yo lo miro enternecida—. ¡Vamos abre la puerta para que tu felicidad sea completa!
Yo le reprocho en broma el hecho de hacerme llorar porque se me arruina el maquillaje pero en realidad agradezco sus palabras, saber que él está orgulloso de mi me inspira a abrir la puerta, al segundo siento la miradas de todos sobre mí, me pongo un poco nerviosa, mejor dicho estoy terriblemente nerviosa y bajo mi mirada a la alfombra roja que se extiende delante de mí, luego levanto mi cabeza para ver alrededor y descubrir que allí están todos: mamá, Mora, Emily, Bruno, los gemelos, mis suegros y justo enfrente de mí a unos pasos de distancia se encuentra el cura y a su lado... el amor de mi vida.
Fabri, me mira y una sonrisa se extiende por su cara, yo avanzo unos pasos más hasta donde él está para poder dar el sí por el que tanto estoy esperando.
Avanzo junto a mi padre hasta que me doy cuenta que la música que se escucha no es la típica marcha nupcial que escuché tantas veces en películas, sino que es diferente, me suena conocida de algún lugar pero no sé de dónde.
Me detengo para escuchar mejor, papá me mira sorprendido esperando a que continúe mis pasos pero yo me quedo escuchando la canción hasta que la reconozco.
Todo desaparece frente a mí solo veo negro, parpadeo desorientada y la música que estaba escuchando llega a su última nota.
Me predispongo a darme vuelta y continuar durmiendo pero la maldita melodía reaparece atormentando mis pobre oídos, no sé quién es la persona que se atreve a arruinar mi hermoso sueño pero se merece ir a la hoguera.
Bostezo, me doy vuelta, miro mi reloj despertador y este marca las 6:51 de la mañana, eso solo hace que mi enfado aumente. ¡¿QUIÉN EN SU SANO JUICIO PRETENDE LEVANTARME A HORAS TAN TEMPRANAS DE LA MANAÑA?!
Agarro mi teléfono y lo pongo bajo mi almohada para disminuir su ruido, ni siquiera el sonido de la alarma de mi despertador es tan irritante como este. No me importa quién sea, pretendo dormir dos o tres horitas más y nadie va a arruinar mi plan.
¡AGHHHH LA MALDITA MUSIQUITA NO SE DETIENE! Quito el celular de donde lo había tapado y atiendo sin ver el identificador y solo digo lo que mi cerebro somnoliento puede formular:
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Éramos un par de farsantes
Teen FictionVistos desde afuera éramos una pareja hermosa, pero en realidad lo nuestro era una relación sin implicación romántica, fingiamos ser novios para lograr que nuestros crushes nos presten un poco de atención. Mi supuesto novio, Bruno, es mi mejor amigo...