— Muchas gracias por cuidar de Iván —me agradece Virginia, la mamá de Fabri—. Si queres podes ir yendo a tu casa que se está haciendo tarde.
— No se haga problema por mí, quiero saber cómo está Adrián —le digo y ella rueda sus ojos.
— Pobrecito mi bebé, no sé porque Fabricio no nos hace caso cuando le decimos que en ningún momento se distraiga si está cuidando a sus hermanos.
— Virginia, no seas así, Fabricio no tiene la culpa, fue un simple descuido —interviene su marido.
— Descuido o no, ¡Voy a ver cómo está mi hijo! Hasta luego —se va hasta el consultorio en el que están los chicos y entra sin golpear.
— Perdónala, se pone un poco celosa de las "amigas" de Fabricio —me dice Ignacio, el padre de Fabri, mientras acaricia el pelo de Iván—. Ahora contame, ¿cómo conociste a mi hijo?
Es una familia de locos: la madre celosa de su hijo y el padre un chusma, de todas formas, entablo una conversación con él, porque es muy amable, hasta que vemos salir a los tres del consultorio.
Adrían tiene una venda desde la muñeca hasta el codo, está más tranquilo y su madre también, aunque Fabri tiene la mirada un poco triste.
— Voy a faltar al jardín por unos días —le dice contento a su padre. Se parece a mí, se alegra de faltar, me rió bajito de eso y el nene me mira—. Ahora vas a poder diferenciarnos mejor, yo soy el de la venda —agrega y me vuelvo a reir.
— Pareces una momia —le dice Iván y se une a mis risas.
— Hora de irnos, ¿te alcanzo hasta tu casa? —me pregunta Ignacio.
— Ignacio, ¿no ves que estamos apurados? Deja que se tome un colectivo —le ordena Virginia y me mira levantando una ceja, yo enseguida me pongo seria pero no la quiero contradecir:
— Sí, no hay problema puedo irme en colectivo —le digo a Ignacio para no ganarme otra mirada de odio por parte de esa mujer.
— Te acompaño —me dice Fabri que parece recién reaccionar desde que salió del consultorio.
— Oh no, Fabricio, ¡No vas a volver a salir de casa para ningún lugar que no sea el colegio, a partir de ahora lo único que harás es cuidar a tu hermano que se lastimó por tu culpa!
Esa señora está loca, me despido rápidamente, para no tener que presenciar una pelea familiar y me dirijo hacia la parada de colectivos.
Ni bien llegué, me dispuse a esperarlo hasta que sonó mi celular, me fijé que era Emily y le contesté medio reticente, ya que ella se negó a acompañarme a buscar a los gemelos.
— Hola Emily —le digo y en mi voz trasmito que no me gustó su actitud de hoy.
— No vayas a tu casa sin una excusa preparada, resulta que alguien del colegio nos vio escaparnos, seguro fue el tarado de Bruno, avisó en dirección, y llamaron a nuestros padres, yo recién llego y ya me cagaron a pedos —me dice escupiendo una palabra atrás de la otra, sin respirar.
— ¿Qué? Habla más pausado porque no te entiendo nada.
— En... el... colegio... se... —dice pausando largamente entre palabra y palabra haciéndome desesperar.
— ¡Dale Emily tuve un día de mierda y vos me estás tomando el pelo! —exclamo dejando ver mi frustración.
— ¿Qué pasó? ¿Problemas en el paraíso? —me pregunta.
— Sí, pero después te cuento, ahora decime para qué me llamaste.
— En el colegio se enteraron que nos escapamos y avisaron a nuestros padres hace varias horas. Mi mamá llamó a la tuya para decirle que no te llame, así veía si cuando llegaba a casa le contaba que nos escapamos, ¡cosa que claramente no sucedió! Le dije que habíamos hecho un trabajo en tu casa y que por eso tardé, ella me contó que había llamado a tu casa y que sabía que no estaba ahí... Y bueno... algo le tenía que inventar... y debía ser algo importante para justificar que nos hayamos fugado del colegio —me dijo empezando a bajar la voz hasta que no le escuché más nada.
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Éramos un par de farsantes
Teen FictionVistos desde afuera éramos una pareja hermosa, pero en realidad lo nuestro era una relación sin implicación romántica, fingiamos ser novios para lograr que nuestros crushes nos presten un poco de atención. Mi supuesto novio, Bruno, es mi mejor amigo...