1. Nuevos sentimientos

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Narra Harry:


Un 31 de agosto era un hermoso día de cielo despejado en toda Inglaterra. Yo, aprovechaba mis últimos días de vacaciones como me gustaba, durmiendo profundamente. Todo iba bien, de forma pacífica y armoniosa, hasta que escuché un gran grito de origen femenino llamándome desde el piso abajo:

- ¡Harry, hijo, arriba, a levantarse! - me gritaba en un tono muy alto mi madre desde la cocina de nuestra casa, ubicada en el Valle de Godric.

Yo gruñí mínimamente, dí unas pequeñas vueltas en mí cama y me había decidido a no obedecer a mí madre ni responderle. Seguí durmiendo, hasta que escuché nuevamente la voz mandona y molesta de mi amada madre:

- ¡Harry James Potter Evans, baja a desayunar de una vez! ¡No me hagas subir a por tí! -. Nunca era buena idea que mí madre suba a por mí cuando no me levantaba; casi siempre terminaba por destaparme de las sábanas con su varita, pero me arriesgué a que ella subiera a por mí, pues serían más minutos de sueño. Bah, mejor dicho descanso, ya que no habría ninguna posibilidad de dormirme de nuevo en tan pocos minutos.

Todo iba así, hasta que algo que me gritó mi madre me hizo cambiar de opinión y enseguida bajar al comedor:

- ¡Está Hermione aquí! - mis ojos se abrieron instantáneamente, fue una sorpresa. - ¡Vino a verte a tí y tú sigues echado como una morsa! - finalizó.

Luego de esto, yo enseguida respondí bien alto:

- ¡Enseguida voy, mamá! - y acto seguido me levanté de mi hermosa y satisfactoria cama y me empecé a sacar el pijama para luego vestirme.

- Me cambiaré rápido, no quiero que me vea mal vestido mi amiga... - pensé, y enseguida me detuve al comenzar a procesar la última palabra de mí pensamiento: dejé mí remera a medio salir para empezar a razonar mis sentimientos hacia mi querida Mione. El año pasado la veía como una amiga, una hermana, jamás como algo más. Al verla correr hacia mí y abrazarme luego de volver de su pretrificación fui indiferente con respecto a eso, me alegré muchísimo sí, pero no dejaba de verla como la hermana que nunca tuve ¿Me habré equivocado?

Entonces empecé a recordar su rostro: era hermoso, ella tenía todo ¡y yo me acababa de dar cuenta!; pareciera que mis hormonas (ya con 13 años) empezaron a actuar y me permitieron darme cuenta que ella sería la chica ideal para mí: era dulce, tierna, linda, inteligente, amable (cuando no hacía tonterías), comprensiva y muchísimos otros adjetivos que en ese momento no se me podían ocurrir (recién me levantaba).


Y así me comencé a cambiar de ropa: tomé mi varita y usé el encantamiento "abrepuertas" con las puertas de mi armario,  me saqué el pijama, me coloqué una remera roja lisa sin ningún logo, un jean color azul marino algo ajustado pero no del todo, unas zapatillas negras de marca Nike y al terminar fui hacia el baño a realizar mi aseo.


Salí del baño, ya bien higienizado, y me dirigí directo hacia el comedor.


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Al bajar, me encontré con mi madre sirviéndole unas tostadas con mermelada y un jugo a una hermosa castaña. Ella era la bella Hermione. Al verla mi inconsciente sentenció y confirmó lo que me estaba ocurriendo con ella: me gustaba, y mucho. Mi corazón se aceleró al ver lo linda que estaba. Ella vestía con un sweater con líneas blancas, naranjas y marrones claras. Su pelo estaba perfectamente peinado, con hermosos rizos castaños ondulados, meintras que mi pelo negro azabache estaba imposible de peinar. Me quedé helado por un segundo admirándola, cosa que ambas mujeres se dieron cuenta, comenzando con mi madre:

¡Hermione, sabes que me gustas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora