Día 4 : En una cita

182 27 26
                                    

Juro que había resistido con todas mis fuerzas ser demasiado agresivo... Hasta ahora. Era totalmente imposible.

...

Quizá debí elegir yo el lugar, ya que Makoto fue el que tuvo el valor suficiente como para pedirme la cita. De todos modos, podía confiar en él. Lo haría bien ya que es bastante organizado y tiene una imaginación brillante.

Había pasado a recogerlo a su departamento, se había puesto elegante. Unos vaqueros, camisa y zapatos. Estaba tremendo. Me distrajo de mi análisis a su estética para hacernos marchar al primer sitio. Makoto quiso que cenáramos juntos en algún lugar y después me llevaría hasta lo que él denominó como el lugar secreto.

Me gustaba. No era especialmente dado a las sorpresas, pero que él hiciera ese misterio ya hacía que todo cobrara un sentido especial.

El restaurante sin embargo también fue elegido a consciencia, supuse. Era elegante pero lo suficientemente informal para que un par de chicos comieran sin necesidad de ir de etiqueta. Era agradable y tranquilo pero aún así, Makoto estaba sonrojado y no paraba de mirar a todos lados. Sabía exactamente lo que ocurría, lo había notado momentos antes en el camino.

Sólo somos dos chicos cenando. —le tranquilicé.

Su mirada quedó fija en mí y afirmó con rigidez.

—Lo siento. —susurró.

Tomé su mano por debajo de la mesa recibiendo un gesto de asombro de su parte. Makoto no había salido con nadie antes, por supuesto ni siquiera había pensado en las consecuencias de que dos chicos salieran. Seguramente el miedo a las miradas en la calle fue lo que le detuvo de tomar mi mano cuando estuvo a punto de hacerlo antes.

No tienes nada por lo que disculparte. Todo estará bien, me ocuparé de que todo lo esté ¿vale? —pero no necesité ocuparme de nada.

Makoto aferró su mano a la mía.

Gracias Sousuke. De veras.

El camarero interrumpió nuestra charla para traernos los platos. No fue por mucho tiempo, pues Makoto pareció más sosegado y habló más cómodamente durante la cena. Estaba lindo y verlo comer lo era aún más.

Una vez terminamos, caminamos, para mí, perdidos por la ciudad pero no me importaba. Makoto reía y me hablaba de sus hermanos y yo escuchaba perdido en los oyuelos de sus mejillas. Deseé no llegar nunca a donde fuere que íbamos. Solo quería caminar y charlar más tiempo con él. Y ver su risa y perderme en su mirada boscosa.

Aquí es. —Makoto revisó su reloj de muñeca y sonrió de nuevo.

La entrada no era más que una pared de paneles negros con una letra simple de neón que indicaba el nombre del local. Un guarda de seguridad nos saludaba en la antesala y nos cedía el paso al local. Dentro era totalmente diferente. Había guitarras de rock, con dibujos espectaculares, algunas firmadas y estaban por todas partes. Las mesas similaban discos de vinilo y la sillas eran de lo más variopintas al puro estilo de los 80. La barra del bar era sencilla pero tras ella, las bebidas estaba expuestas en muebles con luces azules que los hacían de lo más atrayente. Pero lo más espectacular del lugar era una corneta gigante que imitaba a la de un gramófono en mitad del techo de la estancia.

Sabía que a Makoto le gustaba el metal pero nunca hubiera imaginado que le gustara verlo en vivo. Me quedé pasmado y su mano fue la que me hizo avanzar hasta una de las mesas desocupadas del fondo. Me dejó allí mientras miraba embobado hacia cualquier detalle en el que no había reparado antes y él se encargó de traer un par de bebidas.

—Espero que te guste. —me dijo tendiéndome uno de los vasos.

—¿Bromeas? Me encanta.

Oye, este lugar es... —vi como un par de chicas se dieron un beso tras Makoto, comprendí sin necesitar que dijera una palabra más.

—Lo entiendo. Aquí estaremos tranquilos. —sonreí, ellas me dieron mucha envidia. Makoto miró atrás viendolas y me devolvió la sonrisa.

Quería comérmelo a besos en ese mismo instante pero no quería asustar a Makoto. Estábamos yendo muy bien. Aunque casi lo devoré cuando me pidió una cita y mi problema no fue que quisiera besarlo, por mi cabeza pasó de todo. Igual ahora.

Una chica con un vestido largo y espectacular comenzó de pronto a cantar algo de jazz junto a varios instrumentos. Acabó por darme el ambiente sensual que menos necesitaba. El corazón me comenzó a latir como loco. Verdaderamente quería besar a Makoto y el problema era que había una diferencia entre él y yo. Makoto primero pregunta, yo primero actúo.

Me acerqué lentamente a él, perdido en sus labios viendo cómo él también se preparaba para ello. Al cerrar los ojos sentí el pequeño roce de nuestros labios. Un toque dulce que duró el tiempo perfecto para saber qué pensaba Makoto de aquello, si aquél insignificante gesto era igual de importante que lo era para mí.

—Me tienes que disculpar pero no podría dejar pasar esta cita sin más. —sin embargo no me sentía nada arrepentido. Sus mejillas rojas y la mirada brillante me lo decían todo.

No esperé un segundo cuando me abalancé de nuevo sobre sus labios presionando su nuca, enredando mis manos en su pelo. Makoto abrió su boca a la par que la mía. A ambos no urgía un contacto más directo, más satisfactorio. Su lengua sabía dulce como la bebida que acababa de saborear. Sentí una tirantez en mi vientre y tuve que detener esa locura.

Me gustas mucho, Makoto. —jadeé juntando su frente con la mía.

—Tú a mí también, Sou. —dejó un nuevo y pequeño beso en mis labios.

Romantic days belong to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora