Día 16: Durante Su Ritual Matutino

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Lo mejor de que el despertador sonase era ver la espalda desnuda de Makoto mover todos aquellos músculos para alargar su brazo y posponer cinco minutos más la alarma. Como cada mañana, yo tenía que hacer de novio maduro en ese momento y levantarme para que él hiciera lo mismo o no nos moveríamos de la cama.

Recibía entonces un abrazo de oso dormilón intentando evitar que saliera de la cama. A Makoto aún le costaba abrir sus ojos cuando recibía de su parte el primer beso de la mañana. Era efímero, pero me llenaba de energía tanto como un buen café. Sólo después de besarme se levantaría de la cama.

Él se duchaba primero. Pero muchas veces, como ese día, nos duchábamos juntos, lo cual era un peligro. Era inevitable que nuestros cuerpos respondieran al encontrarse e incluso era habitual que nos dejáramos llevar. Esos días el desayuno debía ser algo más rápido ya que habíamos gastado el tiempo en comenzar de buena gana la mañana.

Makoto jamás se marchaba de casa sin beber su café bien cargado de azúcar. En muchas ocasiones, lo bebía tan rápido que dejaba unas manchas en las comisuras de sus labios. Las limpiaría yo mismo sino fuera por el hecho de que podíamos salirnos de control de nuevo. Yo lo sabía muy bien. En las mañanas, con nuestros cuerpos recargados de energía, nuestras miradas buscándose, nuestras pieles deseando rozarse en cada pequeña rutina, éramos como bestias insaciables.

Así pues, una vez habíamos desayunado y nos cepillábamos los dientes entre empujones y toqueteos cada uno agarraba sus cosas y se marchaba a su trabajo. Antes de cruzar la puerta le daba un último beso a Makoto. Uno intenso que me saciara hasta la hora en que volviera a verlo.

Entonces cruzaba la puerta y... Desperté.

Sonreí al escuchar la misma alarma que en mi sueño. Hubiera deseado despertar junto a Makoto desnudo también. Pero no importaba, me había levantado con buen humor.

Tanteé mi mesita de noche en busca de mi teléfono móvil y cuando lo encontré tecleé rápidamente.

Buenos días, dormilón. Hoy soñé contigo. —lo envié con una sonrisa boba e imaginando la somnolienta mirada de Makoto mientras leía el mensaje.

—¿Qué soñaste? —el emoticono que seguía la frase dejaba ver que Makoto pensaba que soñé con algo obsceno.

Hubiera sido lo normal. Yo pensaría lo mismo de mí, pero no fue así está vez. Había sido algo maravilloso y extrañamente romántico.

Con nuestro futuro.

Romantic days belong to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora