Día 18: Haciendo Algo Juntos

127 17 8
                                    

Habían pasado casi quince minutos y Makoto solo despegó las manos del control para ajustarse las gafas. Estaba tan serio y concentrado que parecía otro. La verdad que me gustaba descubrir nuevas facetas de él y esta en especial, me encendía un poco, la única pega que tenía era que no me estaba prestando atención a mí.

Al principio, le dije muy tranquilamente que podía acabar la partida pero comenzaba a impacientarme. El sonido de los botones siendo pulsados a una velocidad descomunal junto a la música y ambientación del videojuego me estaba resultando incómodo. Había intentado hablarle, claro que lo había hecho, pero Makoto me respondió que necesitaba concentración y que sólo sería un momento. El momento comenzaba a alargarse más de la cuenta.

Entonces tuve una gran idea. Una propuesta maravillosa para mí, al menos. Podría intentar desconcentrar a Makoto. Hacerle saber que estaba aquí. Recordarle que en su habitación se había colado un depredador y...

—Coje esto. —me ordenó mirándome implacable a los ojos.

Habia pausado el juego y configurado la conexión para el nuevo mando mientras yo andaba perdido en mis fantasías. Me sentí algo estúpido, como si hubiera leído mi mente.

—Necesito que me ayudes a luchar contra el siguiente «boss».

Parpadeé tremendamente sorprendido.

—Nunca he jugado a esto. —le confesé.

—Yo te enseñaré.

Antes de que articulara ninguna palabra ya se formó en su rostro una de esas sonrisas más habituales en él. Esas que llenaban mi corazón, esas que me convencían de cualquier cosa. Por ende, no tuve más remedio que aceptar que mi chico me enseñara a jugar.

Primero me mostró los controles uno por uno. Después me dejó escoger entre un serie de personajes de lo más variopintos con distintas habilidades y golpes. Después me dejó manejar a mi guerrero hasta que pude controlarlo.

Una vez ya había cogido el truco del juego, Mako entró en la mazmorra y buscamos al jefe que correspondía. Tesoros. Disparos fallidos. Muerte de nuestros personajes. Nuevas armas. Risas. Empujones. Beso.

Makoto me besó cuando le dí el último golpe a la horrible bestia de la mazmorra. Su lengua abrazó a la mía suavemente. Fue lento y delicado. Con la ternura y la dedicación que sólo Makoto sabía proporcionar. Haciendo parar el tiempo de una manera mágica. Me separé solo unos centímetros de él para hablar.

—Guau, eso fue una buena poción. —sonreí y volví a perderme en sus besos.

Romantic days belong to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora