Día 11: Usando Kigurumis

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—¿Lo compraste para hoy?

—Como dijiste que Haru y Rin se quedarían en tu casa... Pensé que te gustarían y te quedarías a dormir aquí.

Me quedé boquiabierto por un momento. Lo que me extrañaba no era lo que había comprado sino el hecho de que él los comprara. A veces Sousuke era como un niño pequeño y otras todo un adulto. Y ahora estaba siendo una mezcla de ambos.

—¿De verdad quieres que los usemos?

Sousuke parpadeó confuso. La tela de los kigurumis era suave y parecía cálida, era ideal para aquella noche fría.

—Hombre... me gustaría utilizar otras cosas contigo pero creo que lo de ayer fue suficiente.

Le di un golpe en el brazo a la vez que la sangre hervía por todas mis venas. Ése era su lado provocador habitual. Sonrió tentadora mente, pero mi aún me dolía el trasero por su culpa, no quería imaginar cuando...

Corte instantáneamente el rumbo de mis pensamientos.

—¿Entonces fiesta pijama, tú y yo?— guiñó un ojo y antes de que pudiera responderle estaba desvistiéndose para colocarse su kigurumi. 

Aún y cuando ya había visto su cuerpo muchas veces me seguía fascinando, su piel, sus lunares y la cicatriz de la operación. Di un paso adelante antes de que subiera la cremallera para besarla. Era mi forma infantil de hacerle creer que así sanaría, también de aprovechar para darle ánimo de un modo diferente. Sabía que Sousuke seguía necesitando apoyo. Aunque se viera muy fuerte y seguro por fuera, esos gestos lo conmovían.

Seguí con el cierre que él había dejado a medias y lo elevé hasta su tope. Él colocó su gorro al final. El kigurumi era de un tono turquesa similar al de sus ojos y tenía topos de un color algo más oscuro. Hacía que su cuerpo masculino se viera bastante más adorable. Además el gorro tenía un par de cuernos y unas orejitas que hacían de Sousuke un monstruo muy interesante.

Sonreí satisfecho. Nunca pensé que algo así saliera de él sólo por hacerme feliz. Tenía el mejor novio del mundo.

—Te quiero —dije con el valor suficiente para mirarle de frente.

Su mandíbula se dejó caer unos segundos. Después, suspiró.

—Deja de adelantarme en todo. —respondió seriamente. Después me tomó del mentón y me besó de una forma suave e inusual. De esa forma tierna que Sousuke solo deja ver ante mí. —Te quiero. —dijo con las cejas fijas en una línea recta.

Tomé mi kigurumi y al igual que él me lo puse ahí mismo. El mío era una vaca. Me quedé unos instantes mirándolo. Me había quedado en blanco después de verlo en mí.

—¡¿Es porque estoy gordito?! ¡¿Gané peso?! ¡Sousuke respóndeme!

—Pfjajaja. —la carcajada que comenzó no se detenía.

Sousuke comenzó a llorar de la risa sin siquiera contestarme. ¿De verdad había ganado peso? A mí no me estaba causando gracia ninguna. Quise golpearlo, pero fue más rápido y comenzó a correr por toda la casa.

—¡Ya no te quiero, maldito sinvergüenza! ¿Me escuchas? —obvio que lo hacía pero de su parte sólo escuchaba más y más risas. —¡Sousuke!

Romantic days belong to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora