Día 13: Comiendo Helado

157 20 22
                                    

Aquella tarde hacía un sol abrasador, ni la ropa fresca, ni el paipay que nos dio una chica de la propaganda de unos balnearios eran lo suficientemente buenos para combatir las temperaturas. Sousuke vio a lo lejos del paseo marítimo un puesto y me llevó casi corriendo hasta él, lo que tampoco ayudó mucho. Di gracias al cielo cuando vi que vendían granizadas y helados.

El vendedor nos atendió amablemente, yo pedí rápidamente un granizado de fresa y Sousuke un helado de menta y chocolate. La alegría de tomar algo dulce y frío me hizo tan feliz en ese instante que le sugerí a Sousuke que nos sentáramos en algún lugar para disfrutarlo. Y vaya que lo hice...

Nos sentamos en una mesa de picnic de piedra que estaba fresca gracias a la zona sombría que le proporcionaba una gran arboleda de pinos. Al sentarnos frente a frente vi el primer lengüetazo del que fui consciente. Mi mandíbula cayó al suelo y quedé pasmado por un momento, entonces Sousuke lo saboreó y dio otro. Pude observar a cámara lenta como su lengua bordeaba desde el cono hasta la punta y se llevaba consigo un poco de aquel manjar consigo. Sentí cosquillas en el vientre que me hicieron la sangre hervir. Ya no sentía el clima agradable de la sombra, ahora el calor estaba dentro y era imposible hacerlo salir. No supe en qué momento comenzó a parlotear sobre algo que fui incapaz de adivinar. Había perdido la mirada (y la cabeza) en ver cómo su lengua volvía una y otra vez entre palabras a acariciar y llevarse consigo un poco de menta congelada. Quería ser esa bola de helado, quería sentir esa misma caricia lasciva de aquél hombre frente a mí. Era tan provocador pensar que podría hacer lo mismo... Lo era aún más el hecho de que ya lo había hecho, de que tenía la imagen en mi mente, de las pupilas dilatadas y el sudor, y su lengua jugando con mi...

—¿Makoto?

La temperatura subió por mi cuerpo hasta calcinarme el cerebro. ¡En qué estaba pensando! ¡Me había puesto duro en mitad de la calle!

—¿Sí? —respondí más avergonzado de lo que había en mi sucia imaginación que de no escuchar a mi novio.

—¿Me estabas escuchando?

—No. —dije sincero y pegué un sorbo tras un largo rato a mi olvidado granizado de fresa.

Sousuke se molestó por ello. Bramó algunas cosas al aire que tampoco escuché, estaba demasiado abrumado. Creo que me estoy convirtiendo en un pervertido.

Romantic days belong to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora