Día 30: Haciendo Algo Caliente

184 15 21
                                    

Sou... —susurró timido y me perdí en su mirada tierna por un momento. —Quiero que lo pongas, hoy quiero hacerlo hasta el final.

Quién me conozca, no se creería que mis intenciones en aquel momento para con Makoto eran totalmente inocentes, pero era así. Estaba tranquilo, al menos, hasta que me encendió con aquellas palabras sugerentes y muy directas.

No había reparado en que su rostro estaba espectacularmente hermoso, su pelo parecía brillar como el trigo al sol y hacía un buen marco para la mirada intensa de oliva. Me avergoncé por cómo mi cuerpo comenzó descontrolado a mandar sangre a mi entrepierna con tan solo analizar la situación.

—¿De verdad? —quise asegurarme. Notaba la ferviente temperatura de Makoto en sus mejillas. Sin más se deshizo de su camiseta.

Sí, la respiración de Makoto se notaba en cada recoveco de su piel pecosa, en cada músculo. No pude hacer más que tragar saliva y observar lo que mi novio me estaba ofreciendo. Su cuerpo, solo para mí, mi privilegio, mi perdición.

—No podré parar una vez comencemos. —le hice saber y era la verdad. Sabía que perdería la cordura una vez estuviera en ese contacto tan íntimo.

No quiero que lo hagas —susurró y comenzó por deshacerse también de mi camiseta.

Me incorporé para ayudarle a ello y me hice ferozmente con sus labios para calmar mi deseo. Grato error ya que la juguetona lengua de Makoto sólo hacía prenderme más. Lenta y sumisa primero, ágil y hambrienta después.

Dejé de masajear su espalda para bajar mis manos directamente a su trasero y comenzar a amasarlo. Mío, pensaba en mi cabeza, mío, por fin mío. Y en mi estómago sentía cada vez más fuerte la presión. Es posible que estuviera más nervioso que Makoto en ese mismo instante.

Lo había preparado bien, habíamos jugado con en plug, había metido mis dedos muchas veces. Esta vez me recibió mejor que nunca. Mis dedos se movían por su interior libremente hasta llegar dónde debían. Makoto se separó del beso al gemir y tomó aire renovado. No por nerviosismo, por puro placer.

Mordió sus labios y deseé hacer lo mismo. En su lugar me hice con su pecho. Pasé mi lengua recorriéndolo en círculos y mordiendo con cuidado después. Makoto jadeó. Acompañé el movimiento de mis dedos con mi boca, desde suaves masajes a caricias nada inocentes en las que sus caderas comenzaron a responder.

Me deshice por completo de la ropa de Makoto, hasta mi límite y una vez desnudo dejé que se sentará sobre mí, que lo metiera él, que se moviera a su gusto. Makoto tomó mi miembro erecto y lo introdujo poco a poco cómo si no fuera algo nuevo para él. Balbuceó mi nombre entre gemidos. Su gesto y el placer de sentirme cada vez más dentro de él eran demasiado para mí.

Me abracé a su cintura antes de que Makoto pudiera moverse libremente. Me miró, con la respiración agitada, y sorprendido de que le detuviera.

—Creo que si te mueves ahora, me vendré. —dije intentando poner mis pensamientos en orden.

Makoto sonrió y comenzó a mover su caderas.

Ha sido un bonito mes SouMako que ha llegado a su fin. Muchas gracias por acompañarme hasta aquí ❤️

Romantic days belong to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora