5. Misión: Polla feliz

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Cuando Bellorya despertó, ya había un desayuno esperándola en la mesa de al lado. Se lo devoró casi sin masticar, sintiéndose consumida por la pesadilla que ahora era su vida. Apenas acabó, volvió a ponerse el velo encima.

Había desarrollado peor que nunca la vergüenza de que la vieran, sentía que no podría hablar si la estaban mirando a la cara, sumado a que no podía caminar, todo era deplorable.

Alguien tocó a su puerta.

—A-adelante.

Fue abierta por Eyron. Usaba una bata negra que dejaba ver su pecho musculoso algo descubierto, el cabello le caía en ondas por los lados, y siempre mantenía una mirada de "te voy a matar con mi verga", lo que era confuso.

¿Lo haría de placer, o de una golpiza mortal?

Se trataba de una imagen poderosa la forma en la que se movía, cómo se ceñía la tela en sus enormes brazos, hasta parecía a punto de romperse por el tamaño de los mismos.

Llevaba un cofre en las manos, se acercó a Bellorya y lo tendió a ella.

—¿Q-qué es?

—Mi ofrenda de paz.

Al abrirlo sus ojos se iluminaron.

Era un enorme vestido blanco, dorado y rosa brillante, con bordados negros de flores y hojas, de muchas capas de tela fina y delgada que parecía tener diminutos destellos. Bellorya vivía alucinando con portar algo tan negado por fingir ser hombre. Incluía unas sandalias doradas.

—Lo hice pensando en algo que evocara lo que veo en ti—Bellorya tuvo que disimular la atragantada de sorpresa—. Vístelo hoy.

¡Este tipo me va a matar! Es... ¿un cretino tierno?

—¿Por qué?

—Tengo otro presente, pero quiero que lo veas usando algo que transmita lo que hay en ti.

Ella pensó que mentía, porque nunca nadie podría, tras verla, compararla con algo tan bello como ese vestido.

Eyron la dejó a solas, y allí notó que él había hecho aparecer con solo parpadear una tina en medio de la habitación. Bellorya tuvo que arrastrarse hasta allí pero logró meterse y darse un baño con el jabón que había.

Ponerse el vestido fue increíble; parecía hecho para ella pero no resaltaba las formas feas de su cuerpo, era lo suficientemente holgado, sin perder la elegancia.

Bellorya volvió a colocarse el velo en la cara, más tranquila, a pesar de que él parecía ser un lunático, que tuviera a su familia era mejor a la tribu de deformes, así que ya estaba más dispuesta a cooperar.

Pero todavía no quiero aceptar la unión amo-dios. Era simplemente desastrosa la idea de compartir la eternidad con una persona que no habías elegido, solo por la maldición de ellos.

—¡Hola, Bellorya!—ella saltó del susto, no lo sintió llegar. Deimen estaba vestido con una capa dorada, y armadura del mismo tono, lo que lo hacía ver arrebatadoramente bello. Le tendió la mano.

—Mi hermano te espera, se adelantó para organizar todo.

—¿Qué va a pasar?

—Nada malo, te pido que confíes en mí—no sabía el motivo pero Deimen le provocaba total seguridad, y asintió, tomando su mano.

En un pestañeo Bellorya ya no estaba en esa habitación de flores vivas y mariposas, sino sentada sobre la pierna de alguien, y ese mismo alguien había rodeado su cintura con el brazo. ¡Sobre Eyron ella había aparecido ya sentada! él vestía con muchas capas de ropa negras y cuero del mismo tono, realzando su piel y ojos.

El beso del dios |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora