You Found Me.

Capítulo 3.

Dara.

Me sentía sumamente impresionada, ¿Roger y Christopher eran la misma persona? ¿Cómo era eso posible? Sobre todo, ¿cómo era posible que Susan asegurara que yo no estaba enamorada de Christopher si casi dos siglos después sería el amor de mi vida?

—Buen día... —Saludé educadamente mientras bajaba las escaleras en forma de caracol.

—Amelie, buenos días. —Christopher se acercó hacia mí y con delicadeza tomó mi mano para besarla.

Mi corazón casi se salía de mi caja torácica.

—¿Le apetece ir a pasear al jardín? —Ofreció señalándome la puerta principal.

Lo miré embelesada, lucía aún más guapo con ese pantalón de vestir rallado, su camisa blanca, capa Inverness y sombrero de copa. —Desde luego... —Acepté.

—Después de usted. —Me cedió el paso con su sombrero en mano.

Hacía un día precioso. Salimos al jardín, era enorme, con un par de esculturas en la entrada de la casa y una fuente al fondo, árboles de manzanos y plantas de todo tipo, para estar en la ruina el lugar se conservaba muy bien.

—¿A qué debo el honor de su visita? —Pregunté para romper la tensión, él me miró extrañado.

—A lo de siempre, vine a entregarles el dinero para los víveres... —Me quedé mirándolo confundida.— Y de paso a saludarle, ya no la había visto desde el mes pasado. Luce radiante, por cierto. —Me dijo con un acento propio de un burgués, yo me sonrojé.

—Muchas gracias, Ro... Sir Christopher. ¿Cómo ha estado? —Soltó una carcajada discreta y movió la cabeza de un lado a otro.

—Ésto es raro. —Me miró con sus ojos azules sonriendo de medio lado.

—¿Raro por qué? —Inquirí mirándolo detenidamente.

—Hasta hoy, usted y yo jamás habíamos tenido conversaciones de ninguna índole. Y hasta donde tengo entendido ni usted ni yo estamos conformes con nuestro futuro matrimonio, que por ende es ya prácticamente obligatorio.

—¿Nunca hemos conversado? —Pregunté preocupada.

—No es nuestro estilo, regularmente usted se queda en el jardín con su madre bebiendo el té, a menos claro que su padre la haya mandado conmigo para convencerme de darles más dinero.

Negué desconcertada, Roger... Christopher prácticamente nos estaba manteniendo. —Por supuesto que no, Sir Christopher. Me nació saludarlo, es todo.

Él me miró de una forma condescendiente escaneando mi rostro, me sonrió. —Tengo que irme, asuntos con la familia, me dio mucho gusto saludarle Lady Amelie.

—Lo mismo, Sir Christopher. —Asintió, dio un beso en mi mano y se fue en su bello carruaje con un par de purasangres blancos.

Pude notar que realmente ésta relación era forzada, ni él se sentía cómodo conmigo ni yo con él, al parecer.

Pero era mi Roger.

Recordé lo que me dijo Susan en la habitación, yo tenía otro enamorado, y la verdad me daba curiosidad conocerlo.

Un joven granjero.

Indagué en la casa, realmente era grande. Susan estaba en el pasillo que colindaba a la cocina, me dirigí hacia ella.