Capítulo 4.

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Eran las siete con veinte de la noche, Dara estaba terminando de ordenar las cosas mal acomodadas.

—¡Dara! —Llegó Olivia corriendo a saludar a la mujer, a Dara le causaba conflicto la simpatía que esa niña le tenía, y por ende la que ella tenía hacia la pequeña niña.

—Hola, ¿estás lista? —El hombre de melena rizada inquirió mientras iba entrando al salón de belleza.

—Desde luego, iré por mi bolso y cerraré el local, ¿podrían esperarme afuera?

—Por supuesto que sí, vamos Olivia. —El chico salió con su hija de la mano y Dara sonrió con ternura.

"Hola, amor de mi existencia."

De nuevo aquella voz desconocida, y a la vez familiar resonó en la joven. Intentó no tomarle importancia.

Cerró su negocio con candado, y se dirigió al auto del padre de Olivia.

—Adelante —El chico le abrió la puerta, entró al auto y él hizo lo propio subiendo del lado del conductor.

—A todo ésto, no sé tu nombre, extraño. —Dijo la chica mientras lo miraba y abrochaba el cinturón de seguridad.

Sonrió mirando hacia el frente y la volteó a ver.

—No fuimos debidamente presentados, soy Brian May y mi hija de cinco años, Olivia May. —Le dio una breve mirada sonriendole mostrando sus colmillos, poniendo nerviosa a Dara.

—Me siento mejor ahora, soy Dara Clarkson, Brian, es un gusto finalmente saber tu nombre.

Extendió su mano y él la estrechó, la chica sintió una fuerte energía eléctrica recorrer las yemas de sus dedos a su tacto. Y al parecer él también la sintió, pues ambos se quedaron mirando atónitos.

—Papá piensa que eres linda. —La pequeña Olivia interrumpió de repente, Dara se echó a reír y Brian quería que la tierra se lo tragara

—¿Ah sí? —Dara volteó a verla.— ¿Y tu mami no se enoja al respecto?

De repente el auto se llenó con un silencio incómodo, ella pensó que tal vez había dicho algo inapropiado, pues Livi bajó la mirada y Brian tensó la mandíbula, Dara los miraba avergonzada, le dio una sonrisa a la pequeña y se acomodó en su asiento.

Llegaron a la pizzería, Brian abrió ambas puertas, Olivia se bajó de su asiento para infantes y comenzó a brincar emocionada.

Entraron al lugar, la pequeña jaló de la mano a Dara a una mesa cerca del área de juegos infantiles mientras su padre hacía el pedido.

La rizada observaba a Olivia jugando en la alberca de pelotas mientras suspiraba con melancolía, no sabía por qué se sentía así, pero tenía una presión en el pecho que le incomodaba.

De repente su piel comenzó a erizarse sin explicación alguna, haciéndola suspirar entrecortado.

—Hola, extraña —Llegó Brian por detrás sobresaltándola.

—Dios mío, me asustaste. —Volteó a verlo mientras se llevaba una mano al pecho.

—No fue mi intención. —Le dijo riendo poniendo una charola con sodas y papas fritas en la mesa.

—No contestaste a mi pregunta en el auto Brian, ¿tu esposa no se enoja de que me hayas invitado a cenar con tu hija? De hecho, esperaba que ella nos acompañara. —Se sinceró la joven.

—Bueno... —Brian tomó un gran suspiro y la miró a los ojos, Dara se perdió un rato en sus iris hazel, pensaba que eran los ojos más preciosos que jamás había visto en la vida.— Resulta que la mamá de Olivia falleció hace casi seis años cuando la niña nació. —No pudo evitar sentirse como una tonta. Era impertinente de su parte sacar a colación el tema cuando el pobre hombre la había invitado a cenar por agradecimiento.

—Lo lamento tanto en verdad... Olivia debe estar destrozada.

—Livi no le tomó importancia a lo que sucedió, apenas era una bebé. Afortunadamente mi madre siempre estuvo a mi lado, ayudándome en lo básico, decidimos dejar nuestra vida atrás para iniciar de cero acá en Leicester.

—¿No son de aquí entonces?

Brian negó mirándola fijamente. —No.

—Debió ser un golpe muy duro para ti, por una parte el amor de tu vida se fue de repente y por otra tuviste que dejar tu lugar de nacimiento.

—Para serte honesto, sí, yo a esa mujer la amé como a nadie, era la mujer de mi vida, pero creo que de ésto se tratan las cosas del destino, las personas vienen a enseñarte pero nadie te asegura que se queden, me dolió más perderla que dejar atrás toda mi vida. De dónde vengo está lleno de sus recuerdos, y aún así en los ojos de mi hija veo a su madre. —Dijo Brian cabizbajo.

—Dios mío, qué tragedia. —la chica se llevó una mano al pecho.— Disculpa de verdad, soy una completa desconocida y ya me adentré en tu intimidad. —Dijo Dara avergonzada.

—No pasa nada, eres amiga de Olivia, y los amigos de mi hija son los míos. —Ambos sonrieron mirándose a los ojos.

—¿Ya llegó la pizza? —Preguntó Livi impaciente con la respiración agitada.

—Aún no, bonita, pero no debe tardar, ¿te gustaría que te lleve a lavarte las manos? Claro, si a tu papi no le molesta.

—Por supuesto que no, al contrario. —Dijo Brian esbozando una sonrisa.

Sin más Dara llevó a Olivia a lavarse las manos. Brian miraba la escena enternecido, mordiendo su labio inconscientemente al ver caminar a la joven de cabellos rizados.

La cena fue deliciosa y muy entretenida, Olivia contó cómo sucedió el accidente de la goma de mascar, Brian y Dara indagaban de ambos un poco mientras la nena iba al área de juegos. La joven se sentía cómoda como nunca antes.

—Dara... —Llamó la pequeña a la chica.

—Dime Livi. —La rizada se agachó a su altura.

—Se acerca mi cumpleaños, te invito a mi fiesta. —Dijo la niña sonriendo ampliamente.

—Oh, muchísimas gracias, preciosa, por supuesto que ahí estaré.

Los tres se subieron al vehículo, Brian encendió el auto y comenzó a conducir, Livi iba cantando a todo pulmón "Las ruedas del autobús" y Brian le hacía segunda a su hija, causando en Dara simpatía.

Llegaron al edificio y el silencio no se hizo esperar.

—Realmente fue una velada maravillosa, muchísimas gracias por la cena. —Dara rompió el hielo.

—Bien, creo que queda saldada la deuda. —Dijo Brian.

— Igual cuando gusten estoy a sus órdenes. Saben dónde encontrarme.

Brian y Dara se quedaron mirando algunos segundos, esperando algún gesto.

—Papi, si quieres dale un beso de amor a Dara, yo no me enojo. —Brian se sonrojó, y Dara también.

Ambos se rieron y se despidieron finalmente.

La rizada entró al edificio y subió por el elevador. Se quitó el calzado y se puso la pijama. Hizo su ritual de belleza y no pudo evitar sonreír al recordar a Brian y en lo cómoda y maravillosa que fue esa noche, a pesar de que no tenía ni una semana conociéndolos se sentía un ambiente muy familiar entre ellos tres.

Era como si lo conociera de siempre o de algún lado, no entendía.

Dara se recostó boca arriba pensando en Brian, esperaba volver a verlo.

Tenía que volver a verlo.
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Holi, ¿les está gustando? Que tengan bonito día, tarde o noche.

Les amo mucho.

Dani. 💋

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