Capítulo 15.

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Dara.

Era la mañana del veinte de septiembre de mil ochocientos cincuenta, Amelie Smith estaba devastada.

¿Y cómo sé que es veinte de septiembre? Fácil, hurgando de aquí para allá encontré un documento, al parecer de matrimonio, para ser exacta un acta sin firmar aún, que data de esa fecha.

Susan y Lucy me... es decir, la ayudaban a prepararse mientras lágrimas de amargura resbalaban sobre el pálido rostro de Amelie.

—No llores, nada puede salir mal, Christopher es un buen sujeto... —Lucy consolaba a Amelie mientras cepillaba su cabello.

—Además, nosotras te ayudaremos a que tú y Jeremy se miren a escondidas. —Le prometió Susan.

—¿Y si me lleva lejos?

—¿Y si Jeremy aún así te sigue? Tranquila, todo va a pasar, además, ¿qué tal si terminas enamorada de tu futuro marido?

—Nunca podré amar a nadie como amo a Jeremy... Él es el amor de mi vida, quiero estar con él, no me importa su clase social... —Amelie jadeaba mientras Lucy le ajustaba el corsé resaltando su busto.

—¿Por qué no hablas con tu padre? Supongo lo entenderá...

—A estas alturas lo dudo mucho. Los invitados empiezan a llegar. A mi madre le dará un infarto, y creo que también a mí...

A pesar de ya no estar dentro de ella, lo cuál me parece muy extraño, percibo su angustia, no se quiere casar...

Pasaron un par de horas, la ceremonia se llevaría a cabo a las diecisiete horas y apenas eran pasadas las quince con treinta. Amelie era un manojo de nervios, aún no tenía puesto el vestido de novia, escuché decir a Jennifer, su madre, que era de mala suerte, por lo visto estas creencias datan desde ésta época, creo que incluso de un poco antes. Yo la seguía como si fuera su guardaespaldas, estaba vagando de la sala de estar al comedor, saludó a su hermano y a su cuñada y se ofreció a llevar a su sobrino de dos años al establo, vaya coartada.

Al llegar ahí, Jeremy estaba recargado en una barda que sujetaba la cerca de Lucas, la miraba de arriba abajo, a pesar de que aún no estaba vestida para la ocasión, definitivamente estaba más hermosa que nunca.

—Luces muy bien como mamá... —Se acercó a Amelie y le dio un beso en la sien. Ella suspiró, y juro que yo tampoco pude evitarlo...

—¿Tú crees? ¿Te imaginas a nuestros hijos...? —Fue junto a él y Jeremy la abrazó por detrás.

—¿Nuestros hijos? —Inquirió sorprendido.

—Quiero que tú seas el padre de mis hijos, Jeremy.

—¿Qué hay de Christopher?

—A él no lo amo, yo sólo te amo a ti.

—En unas cuantas horas estarás casada con él... —Suspiró entrecortado y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

—Pero escaparemos mi amor. En un par de días, lo prometo. Ya lo planeamos. —Ella tomó delicadamente su rostro.

—Por favor alma mía, por ningún motivo dejes que te toque. —Pude percibir su desesperación en esa petición, deseando de alguna manera hacer que ellos pudieran huir juntos en ese preciso instante.

—Soy tuya mi amor. Lo he sido desde que te vi. Te amo, por siempre, y seremos felices, y tendremos muchos hijos.

—Cuatro varones y una mujer...

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