Capítulo 8.

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Dara.

El sol brillaba en la habitación, desperté despacio, y lo vi con la cabeza recargada en el respaldo del sofá, acariciando mi brazo y mirándome detenidamente, con esa mirada que desde un principio me inquietó. Esa mirada que me mostraba que a lo mejor él esperaba éste momento desde siempre.

—Buenos días... —Lo saludé y me sonrió.

—Muy buenos días, Dara. Luces preciosa cuando duermes. —Sentí cómo mis mejillas se ruborizaban, y mordí mi labio queriendo disimular mi sonrisa estúpida.

—Me encantaría decir lo mismo de ti. —Sonreí y él rió.— Pero me quedé como piedra después de la cuarta cerveza, ¿cuánto tiempo llevas despierto?

—El suficiente como para verte dormir y soñar. —Me dijo con su voz calmada.— Fue una buena noche.

—Ciertamente lo fue. —Me incorporé sentándome bien en el sofá.— Pensé que ya te habrías ido a ver a Olivia.

—Hablé con John hace rato. Liv está bien. Y Julie encantada de cuidarla.

—Bien, ¿entonces? ¿quieres acompañarme a desayunar?

—Me encantaría, gracias. —Brian me sonrió y mi cuerpo se estremeció.

Me levanté del sofá estirándome, a pesar de haber dormido acurrucada con Brian me lastimé un poco el cuello. Su altura era considerablemente exagerada, no quiero imaginar cuán incómodo debió estar, Brian se levantó detrás de mí y me encaró. Acarició mi pómulo, después bajó su pulgar a mis labios y los besó con ternura. Creí que lo que había sentido la noche anterior era producto del alcohol, pero ahora me encuentro completamente sobria, y confirmo que besar a Brian me es tan familiar que mis labios se moldean perfectamente a los suyos.

Decidimos desayunar panqueques, mientras yo batía la mezcla, Brian ponía café en la cafetera, su mirada fija en mí me inquietaba un poco, pero no de una mala manera, más bien era inquietante no saber qué pensaba él de mí.

—¿Alguna vez has tenido la sensación de que conoces a alguien de hacía ya mucho tiempo? —Inquirió de golpe. Abrí mis ojos ante la pregunta.

—¿Por qué la pregunta? —Lo miré  fijamente mientras llevaba la cuchara de la mezcla a mi boca.

—Porque yo sí la he tenido, la estoy teniendo contigo.

—¿De verdad?

—No tendría por qué mentirte. Recuerdo la primera vez que te vi, y no, no fue el día del incidente de Livi. Ese día te volví a ver de casualidad. —Confesó sentándose en el banco de la barra de la cocina.

—¿En dónde fue que me viste por primera vez entonces? —Le pregunté recargando mi rostro en mis manos.

—Como te había contado, mi trabajo queda de paso al salón. Un día ibas caminando, con un par de bolsos, ibas molesta. Y entre mí dije: "Esa chica es la mujer más hermosa que he visto en mi vida." Un par de meses después ocurrió lo de Livi, y cuando te volví a ver fue muy impactante, ahí confirmé que sí te había visto de algún lado. Pero cuando estrechaste mi mano, el día que te invitamos a cenar, tuve una sensación extraña.

—¿Qué sensación? Si es que puedo saber.

—Un cosquilleo en las yemas de mis dedos, como electricidad, no sé... —Me dijo entrecerrando los ojos.

—Yo sentí lo mismo. —Susurré.

—¿Perdón?  —Me miró intrigado.

—Sentí la misma conexión contigo, lo cual me parece extraño, porque nunca te había visto en mi vida...

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