22_El regalo de Julien

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Capítulo 22

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Había perdido la cuenta de las veces en que leí el inicio de capítulo en una novela donde la protagonista comenzaba narrando en lo que miraba el techo de su habitación. Era un clásico y, sin embargo, tan real.

Me negaba a aceptar mis dramas y la mejor manera de ordenarlos era viéndolos pasar delante de mis ojos mientras miraba el impoluto techo de mi habitación.

Nos vimos varias veces desde el pasado lunes, jamás a solas o como estuvimos en el laboratorio. Nika no me había mandado ni un mensaje, aunque siempre que nos cruzábamos se las arreglaba para ponerme de los nervios con una mirada o un guiño casual.

Solo de pensarlo sentía el maldito cosquilleo en el estómago.

No era el tipo de chico que me hubiese gustado. Sí, era guapo y cuando quería podía ser muy atractivo en otros sentidos, pero no encajaba con mi personalidad.

Era liberal, arriesgado y andaba en una motocicleta siendo el centro de atención de medio pueblo. Yo hacía hasta lo imposible por ser invisible y prefería quedarme leyendo a salir de fiesta.

Parecía imposible que me atrajera y no podía seguir negándomelo. Dudaba podérselo negar a él si preguntaba y ese era el problema.

Nika parecía interesado en mí y estaba claro el porqué. Los chicos como él buscaban una sola cosa de las chicas: sexo y diversión. Yo no podía darle ninguna de las dos.

Perder mi virginidad no era una opción, mucho menos de la manera en que podíamos haberlo hecho. No podía, aunque mi cuerpo gritara lo contrario, el miedo me consumía y en algún momento lo iba a notar.

Debía decirle que era virgen. Así entendería que, si lo que buscaba era sexo, no lo iba a tener.

Quedaría como una estúpida niña pequeña y lo peor, tenía otro miedo. Si Nika estaba interesado en mí solo por eso y le decía que no iba a pasar, se alejaría. No quería que se alejara.

Giré enterrando la cara contra la almohada.

Maldita adolescencia.

Era más fácil cuando no me gustaba o no vivía en Soleil.

El sonido del auto de mi madre aparcando llamó mi atención. Llegaba de su media jornada de trabajo en el consultorio como cada sábado.

Salí de mi habitación intentando dejar atrás los pensamientos que me atormentaban. Ya bastante tenía con la fiesta en casa de Adrien como para estar torturándome desde tan temprano.

Emma colgaba del cuello de mamá cuando llegué a la sala de estar.

—Muero de hambre —dijo lanzándome un beso.

No te enamores de Nika © [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora