29_Navidad

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Editado✨

Capítulo 29

~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~

Mi cabello había crecido desde aquel corte loco y desesperado de septiembre. Ahora pasaba la base del cuello y el flequillo, que acababa de recortar, adornaba mi rostro un dedo por encima de las cejas.

Hice una coleta baja y descuidada. Quedaba mejor recogido con el ceñido jersey cuello de tortuga que había escogido. Hacía juego con la falda larga y negra, junto con unas botas de tacón cómodo.

Mamá decía que la Navidad no era para vestir de negro, yo decía que el negro se podía vestir todo el año.

Llegamos de primeros a La Mansión Bakker. Cada familia se había encargado de una parte del menú. En lo que fueron llegando los invitados, alistamos la mesa entre risas y espíritu de festividad.

La mansión brillaba con luz distinta tras los arreglos de la última semana. Los salones principales de la planta baja estaban pintados e incluso la puerta de la entrada lucía como nueva.

La mesa del comedor seguía presidida por el horrendo busto del Bakker ancestral, pero ni se notaba con el despliegue de la hermosa vajilla, el mantel y tanta comida que sería imposible devorar en tres noches.

Estaban invitados los padres de Dax y su hermano pequeño, contemporáneo con Emma, el padre de Sophie y su esposa, mis dos amigos y mi familia. Sumados a los Bakker, hacía un total de catorce personas a la mesa.

Lo único negativo de la velada: estaba sentada entre Dax y Sophie. Él y yo hablábamos y mi amiga se negaba a dirigirme la palabra para interactuar con el moreno, aunque fuera indirectamente. Había sido así las últimas semanas y empezaba a desesperarme.

De igual forma, nada me quitó el apetito. Ni el berrinche de Sophie, la falsa sonrisa de Dax o las miradas provocativas de Nika al otro extremo de la mesa.

No fue hasta las once de la noche, cuando los adultos comenzaron con anécdotas de otros tiempos donde las referencias resultaban imposibles de captar, que Sophie y yo escapamos al porche lateral con nuestras copas de vino.

—¿Hablaste con Julien? —quise saber cuando nos sentamos en la baranda de piedra.

—Ayer en la noche —explicó suspirando antes de beber—. Llegó en la tarde y quedamos en vernos mañana para conversar.

—¿Vas a perdonarle?

—¿Está mal si lo hago?

Me mordí el labio sin poder opinar al no tener los detalles

No te enamores de Nika © [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora