44_Tú y yo

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Capítulo 44

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Capítulo 44

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Desperté por la molesta luz que iluminaba la habitación. Mis ojos escocían y di la vuelta para ocultar la cara en la almohada con tal de dormir un poco más. Sentir la cama poco familiar me hizo terminar sentada del susto.

Estaba desnuda. Cubrí mi torso con la sábana sin necesidad, la habitación estaba vacía.

Recordé cada segundo de la noche anterior y una sonrisa estúpida se extendió en mis labios. Dejé caer mi espalda sobre el colchón viendo el hermoso techo cónico con travesaños de madera y múltiples ventanas.

De todos los lugares en el mundo en que consideraría especial dejar de ser virgen, este era el primero y nunca lo había pensado. Cerré los ojos con otra sonrisa.

Había sido con Nika Bakker y todo lo que podía esperar. No hubo fuegos artificiales o corazones, sentimientos gritados o pétalos de rosa. Fue perfecto porque estaba tan segura que nada ni nadie podría hacerme cambiar de opinión. Nunca me arrepentiría de lo sucedido.

Él era la persona con la que esto debía suceder, ayer el momento y este el lugar. Lo sería siempre y me llenaba de dicha poder guardar un recuerdo tan hermoso.

Otra sonrisa de idiota hizo que se me humedecieran los ojos al tiempo que unos pasos anunciaban que alguien se acercaba a la habitación. Intenté no parecer niña emocionada cuando Nika cruzó el umbral con una bandeja plateada en las manos. Fue entonces que me di cuenta, estaba acabada de levantar y debía lucir horrenda.

Traté de acomodar mi cabello sin éxito.

Nika llevaba la parte inferior de su pijama gris y el torso al descubierto. Su cabello parecía un nido de pájaros y aún así se veía hermoso con los ojos algo hinchados y la cálida sonrisa que me dedicó al ver que estaba despierta.

—Arruinaste la sorpresa del desayuno —dijo acercándose al borde de la cama y dejando la bandeja a un lado.

Había traído un sándwich, no lucía nada mal. El vaso de cristal con un líquido claro parecía zumo de naranja.

—Me alegra que tu madre hiciera el desayuno —me burlé alcanzando una sudadera y poniéndomela para no seguir desnuda.

—Lo hice yo —aclaró colocando la bandeja sobre mis piernas.

—Pensé que la cocina se te daba mal y que... —Me detuve al darle la vuelta al sándwich y ver que estaba algo quemado—. Retiro mis palabras, eres un asco.

Su risa fue contagiosa.

—Lo siento, juro que lo vigilé.

—Tranquilo, me queda el zumo.

Alcancé el vaso con muchísima sed y cuando el líquido tocó mis labios me arrepentí. Quise fingir que estaba bueno, que lo disfrutaba, pero la sinceridad de mi gesto terminó delatándome.

No te enamores de Nika © [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora