41_La parte buena de él

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Capítulo 41

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Capítulo 41

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Por mucho que Sophie explicara; no podía entender cómo era posible que, antes de que Julien apareciera en su vida, hubiese pasado dos años interesada en Dax sin que yo lo notara.

Sentía como si no le conociera. Deseé que lo hubiera dicho antes, todo podía haber sido más sencillo. Una parte me decía que quizás yo era la mala amiga, la que debía haberlo notado.

Después de dejarla descansando en la habitación de Nika pude llamar a Dax.

Aquello se sentía horrible.

Estaba en el medio y ni tan siquiera podía decirle a Dax que Sophie se sentía mal por sus antiguos sentimientos y no por saber que él estaba enamorado de ella. Era un enredo gigantesco donde ambos estaban pasándola mal por muchas razones y no podía hablar de más. No quería traicionar la confianza de ninguno del los dos.

No era momento para Sophie de pensar en sentimientos teniendo a horas de distancia lo sucedido con Julien. Tampoco era adecuado para Dax saber más de lo que sabía. Yo no era quién para descubrir secretos ajenos.

Me esforcé por hacerle entender a Dax que no era su culpa y que Sophie solo estaba triste por Julien. Una mentira piadosa o la única que pude conjurar con tal de ser la amiga que correspondía ser.

No era momento de reclamarle a nadie.

Entré a la mansión Bakker todavía con el teléfono de Nika y caminé desde el porche a la cocina. Me dolía la cabeza. Sentía como si un camión acabara de aplastarme con saña y por alguna desconocida razón mi cuerpo siguiera con vida.

—No sabía que estabas aquí —dijo una voz maternal sacándome de mis pensamientos.

La señora Bakker estaba sentada en la meseta de la cocina con una taza humeante frente a ella. Llevaba el cabello suelto por debajo de los hombros y el flequillo ordenado y dividido a la mitad. Se veía sana y fresca, como el día que la conocí y su belleza me dejó sorprendida.

Era la primera vez que coincidíamos desde lo sucedido aquella noche.

—Vine con Sophie —dije sin necesidad de ocultarlo.

No tenía que dar explicaciones de lo que sucedía, ella no las iba a pedir.

—¿Te apetece una taza de té? —ofreció sonriendo y mostrando la suya.

Asentí y fui a sentarme frente a ella en lo que me servía. Agradecí el calor del barro entre mis manos, aunque por primera vez quise beber algo fuerte, algo como alcohol. Ese pensamiento me tensó al recordar la condición de la señora Bakker.

—Gracias —murmuré fijándome en el humo subir.

—El té ayuda cuando necesitamos pensar —habló sentándose—, ayuda cuando estás triste.

No te enamores de Nika © [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora