26_Dax

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Capítulo 26

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Perder la virginidad no era algo extraordinario, solo era nuevo, desconocido y que no estaba dispuesta a experimentar sin sentirme preparada.

Nika solo buscaba eso. No me iba a acostar con el chico que me puso en ridículo y decidió ignorarme para después volver a hablarme cuando quiso. Por mucho que me perdiera mientras nos besábamos, no iba a dejar que las hormonas ganaran, menos iba a llorar.

Bajé la escalera abriéndome paso a codazo limpio entre los borrachos. Busqué en la pista de baile que casi reventaba y no encontré a Sophie o Aksel. No estaban por ningún lugar. Incluso le pregunté a las chicas menos alcoholizadas de la cocina y no supieron decirme nada de su paradero.

Mi teléfono vibró con un mensaje de Dax:

"Llegando".

Salí por la puerta principal. Había grupos alejados conversando por el jardín o bailando con la música que salía del potente equipo de sonido en el interior de la casa. Me sorprendió localizar dos figuras conocidas.

Aksel y Sophie se encontraban a una distancia nada convencional. Mi amiga tenía que alzar la vista para tener contacto visual y sus rostros estaban a menos de un palmo en lo que movían los labios en una conversación entre susurros.

No supe qué hacer. Mi parte racional gritaba que interrumpiera y no permitiera que mi borracha amiga cometiera un error del cual terminaría arrepintiéndose. Por otro lado, estaba la aparente inmovilidad de mis piernas.

Se le podía llamar suerte al claxon que sacó a la pareja de su burbuja y a mí de la parálisis parcial. Un auto iba llegando al final de la calle abarrotada. Dax.

Me acerqué a mis amigos sin saber cómo hablarles. Sophie se alejó un paso y sus ojos asustados se encontraron con los míos. Se acomodó el cabello y trató de disimular observando a Dax parquear.

—Te demoraste —dijo Aksel como si nada.

No respondí y le observé hasta que bajó la mirada entendiendo que había sido atrapado. Tuve ganas de darle un coscorrón. Los Bakker empezaban a hartarme.

Finalmente, Dax se bajó del auto y sucedió lo inesperado. No venía solo, del asiento del copiloto apareció Julien.

Era posible que esa noche terminara muriendo de un infarto.

Iba con un abrigo grueso preparado para el frío de Prakt. Su cabello estaba más largo de lo que recordaba, ondulado y con el conocido tono rojizo. Su piel se mantenía igual de blanca y perfecta en contraste con los ojos azules que mi amiga solía adorar.

Se veía cansado, pude notarlo en sus marcadas ojeras cuando se detuvo a dos pasos con una sonrisa tímida y la mirada en su novia.

—¿Qué mierda haces aquí? —espetó Sophie ganando que la miráramos, sorprendidos.

No te enamores de Nika © [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora