39_ Mis miedos (+18)

287K 20.3K 11.3K
                                    

Capítulo 39

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 39

~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~

Me entretuve por más de una hora en recoger piedras de colores. A Sophie y Emma le encantarían, podía ser mi regalo por San Valentín.

—Va a llover —dijo Nika y noté su cambio de expresión, estaba más relajado.

Miré al cielo. Una oscura nube estaba acercándose.

—No es nada, en esta época no llueve —le resté importancia encontrando una peculiar piedra color verde jade.

—Va a llover, Amaia.

Le ignoré detallando lo hermoso de mi nueva adquisición y fue mi perdición.

Dos minutos después un torrencial aguacero descargó de la inocente nube gris y tuve que correr a recuperar mis zapatillas para huir hacia el auto.

El agua había empapado el camino de tierra y piedras volviéndolo resbaloso. No podía ir demasiado rápido por miedo a caerme y la ayuda de Nika solo me hacía ir más lento. Cuando llegamos y logré abrir la puerta trasera y refugiarme, iba empapada de pies a cabeza.

—Te dije que iba a llover —dijo entrando un segundo después al asiento delantero, encendiendo la calefacción y quitándose la camiseta.

Detestaba que tuviera la razón y pasaba seguido.

—Odio estar mojada —protesté deshaciéndome de los calcetines.

—No lo estarías si escucharas cuando te hablan.

Saqué el pantalón con más fuerza de la necesaria. Todas las piedras que había estado recogiendo fueron a parar al suelo del auto. El mal humor se iba apoderando de mí en lo que intenté recogerlas sin éxito. Ahora tenía un auto adornado por piedras de río que se había colado por debajo del asiento del conductor y posiblemente vivirían allí por la eternidad.

Cuando me incorporé bufando, Nika se había cambiado al asiento trasero y me miraba con una sonrisa ladina.

—¿Qué? —me extrañé de su actitud.

Bajó la vista recorriendo mi cuerpo lentamente haciendo que el calor subiera mi pecho.

—Estás mojada —dijo con la vista fija en la fina blusa que se transparentaba dejando mis pechos expuestos.

Contuve la sonrisa. Sus extraños episodios de silencio y meditación venían seguidos de un cambio brusco, uno como este.

—Pensé que era yo la que te había traído porque esperaba verte sin ropa.

Su risa baja hizo que un cosquilleo se concentrara en mi estómago. Me tomó por una pierna y la cintura. En un abrir y cerrar de ojos estuve sentada a horcajadas sobre él.

No te enamores de Nika © [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora