Capítulo 35

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—¡Auch!

El siseo de dolor brotó de sus labios, pues la aguja delgada llegó a pincharle con su punta. Enterró aquel palito delgado en la tela, pasando la hebra larga de hilo entre costuras bordadas. 

—¿Cómo existen personas que hacen que esto se vea con tanta facilidad?

No, claro que no, coser no era su especialidad. Dios se había pinchado el dedo como unas diez veces en el transcurso, sus pobres yemas seguramente ya estaban maltratadas con aberturas de las puntadas disparejas que ''cosió'', si es que a lo que estaba haciendo se le podía llamar coser, porque en realidad su costura no tenía forma ni simetría de donde empezó y donde finalizó.

Frustrado por no conseguir hacer algo tan fácil, tomó la tijera de la mesita y cortó el hilo para deshacer toda la costura y empezar nuevamente. No podía ser posible ¿Cómo podía hacer tantas cosas pero menos costurar? Debía aprender.

De nuevo volvió a enhebrar un tramo de hilo en el ojo de la aguja, consiguiendo hacer un pequeño nudo al final. Con dedal en su índice, empezó a costurar una línea recta en dirección vertical. 

—¡Ah! Telas del demonio, ¡Las odio!—vociferó, tirando de las telas junto al dedal a cualquier lado de la sala, el metal cuyo papel era proteger su dedo, salió volando en resonancia al suelo.

Sus labios se abultaron con tristeza, siendo reflejado un mohín lastimero por su pobre dedo que sufrió daño. 

Un pequeño punto rojo florecía de su dedo índice, trayendo consigo una punzada leve de dolor. Al ver la diminuta cantidad de sangre, en automático se sintió mareado y triste. Como si fuese un pequeño cachorro lastimado, pegó ambas piernas sobre su pecho para dejar caer su cabeza entre el soporte de sus rodillas. 

—¿Porqué tanto escándalo?

Al escuchar la ronca voz de Chanyeol, levantó su cabeza al instante, sobresaltándose cuando aquella mano grande le acarició parte de los cabellos. ¿Cómo y cuándo había entrado?

—C-Chanyeol, ¿Regresaste?—cuestionó desconcertado por la visita.

El hombre solo le sonrió, acunando su rostro con ambas palmas para después retirarle las brillantes lágrimas que prometían descender de sus ojos levemente húmedos.

—No tenía mucho que hacer, a excepción de llamarle a uno de mis amigos para pedir el papeleo de divorcio, cuando regresé a casa no había nadie así que opte por..

Baekhyun lo cortó casi al instante—¿Qué? , ¿Vas...a divorciarte?—le preguntó temeroso.

—Sí.—afirmó, tomándole las delicadas manos al más bajo para agarrar la diestra y plantarle un beso sobre el dorso de esta.—No quiero seguir mintiendo con lo que siento, no quiero tener que seguir fingiendo que no hay nada entre nosotros, quiero decirle en alto a todos que te amo Baekhyun, que todos se enteren que tú me perteneces, que eres mío y que no hay ni una sola oportunidad de intentarlo contigo. Porque te amo, y estoy dispuesto a divorciarme de Seohyun por tí, se que soy feliz a tu lado, y por una vez en mi vida me daré mi lugar y dejaré de lado el estereotipo de esposo perfecto para poder estar contigo.—su respuesta flotó en el aire, dejando nada más a su mano acariciar la mejilla adversa que solo seguía el toque con cariño.

—P-Pero, los niños..—interrogó con el borde de las lágrimas pidiendo derrumbarse de los acristalados ojos.

—Mi familia te necesita a tí, ellos te necesitan a su lado, y yo te necesito también.

Baekhyun quería llorar, estaba atónito, cómo alguien podría resultarle tan perfecto como ese ser que estaba declamándole lo fuerte que su amor podía ser, y las barreras que ello lo llevarían a romper. Se sentía afortunado, más que todo se sentía tan bien. Como un abrazo en el frío invierno, se lanzó hacia los brazos de su hombre para besarlo con firmeza, besarlo por todo lo que unas simples y pequeñas palabras podían causarle. Su cabeza daba vueltas pero su corazón se aceleraba erráticamente, él simplemente no podía pedir algo más. 

Two Faces «ChanBaek»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora