All I Want [Chase Hudson] | Terminada

(33)

- Buenos días amor - dije con voz suave al ver a Chase abrir los ojos.

- Que bien se siente despertar y que seas tú lo primero que vea - amo su voz ronca por las mañanas.

- Ya está el desayuno, mi tía no quería que te lo subiera, dice que tienes que bajar a desayunar como la gente normal - me reí y él se tapó la cara con la almohada.

- Que flojera - me acosté a su lado con un brazo apoyado en la cama para sostener mi cabeza.

- Tu rostro no merece que una almohada lo cubra - con la mano libre le quité la almohada, me miró y se sonrojó.

- Oh Dios - se cubrió el rostro con las manos.

- Amor - forcejeé con él para quitar sus manos de la cara.

- Bi - me jaló de la mano llevándome hacia él, nos miramos directamente a los ojos sonriendo - te amo - y mi corazón seguía latiendo tan acelerado como si hubiera corrido una maratón.

- Yo te amo más - respondí mientras me acomodaba nuevamente en mi lugar.

- No es cierto, yo te amo más - se sentó en su lugar mirándome y me senté frente a él.

- Estoy dejando que te vayas, así que yo te amo más - me crucé de brazos y le sonreí.

- Me estoy yendo dejando lo más importante de mi vida aquí - él no sonrió y me lancé hacia él para abrazarlo - vamos abajo amor - dijo pasado unos minutos, me separé de él para verlo, me dio una pequeña sonrisa - tengo hambre - fue lo último que dijo.

Lo dejé vestir en la habitación, bajé para acomodar la mesa, minutos después Chase bajó y saludó a mi tía, ella muy sonriente le correspondió con un abrazo y un beso en la frente.

Luego de haber desayunado, nos sentamos en el sofá a hablar con mi tía, nos reímos buen tiempo, hasta que tuvimos que ayudarla a cocinar el almuerzo. Eso acabó en desastre, un desastre que tuvimos que limpiar Chase y yo.

Caro me había llamado para saber dónde estábamos, le dije que en mi casa, de aquí nos iríamos, Sebastian pasaría por nosotros porque su papá le prestó el auto.

- Pero sí es menor de edad, ¿cómo le dieron brevete? - preguntó Chase.

- No tengo ni la menor idea - respondí ante su pregunta, tiene toda la razón.

- Con tal que no nos crucemos con la policía, todo bien - miró la hora - ya debo bajar las maletas.

- No sé por qué las subimos en realidad - reí llevándome la mano a la frente.

- La emoción - rió - como nunca me dejaron quedarme - elevó la voz para que mi tía lo escuchara.

- Cuando vuelvas, te quedas - le gritó mi tía desde la cocina.

- Te tomo la palabra Mari - gritó Chase.

- Lo dije por amabilidad - volvió a gritar ella.

- Ya vamos - reí y lo empujé para que subiera.

Entramos a mi habitación y Chase abrió una de sus maletas.

- Bi, escoge una - dijo mirándome.

- ¿Qué? - pregunté sin entender.

- Vamos, escoge una de mis sudaderas - seguía sin entender - te la regalo - pobre mi corazoncito y mi rostro qué es tan expresivo - quiero dejarte todo lo que pueda, para que siempre me tengas contigo - a él le gusta que llore.

- Yo no... - se me formó el nudo en la garganta - no te he dado nada - pude decir después de haber tomado un galón de aire.

- Me has dado los mejores momentos de mi vida - se acercó a mí, me abrazó - las mejores noches y lo más importante, me diste tu amor incondicional - cada palabra me partía el alma, escondí mi rostro en su pecho - perdón - y lloró.