Capítulo 7

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Narra Eva

Estábamos a punto de chapar cuando alguien nos interrumpió.

- Pero, ¿qué tenemos aquí? - dijo una chica a la cual no conocía.

Miré a Mateo y este la miraba con ¿rabia?, ¿asco?, ¿confusión?. No podía descifrarlo realmente.

- ¿Qué querés? - le preguntó Mateo.

- ¿No sabés saludar o qué gato?

- Mira Gala, si no tenés nada que decirme podés irte, tu y yo no tenemos nada de que hablar.

- ¿Tan rápido me olvidaste Mateito? - preguntó esta irónicamente.

Estaba mirando la escena confundida. Me di cuenta de que se trataba probablemente de su ex. No sabía que decir, aunque noté perfectamente que Mateo estaba enfadado. Su mandíbula se había tensado.

- Wacha déjame en paz. Nosotros ya no somos nada. ¡Vete con el gato ese y no me busques más! - le dijo este alzando la voz.

¿Esta piba había engañado a Mateo? No, imposible. No creo que alguien pueda ponerle los cachos a Mateo, es demasiado perfecto. Me reí mentalmente por los pensamientos que tenía.

- Vos sos mío Mateo, me da igual la gata esta que está con vos.

Entonces no aguanté más y me levanté. La agarré por el pelo y la arrastré un poco.

- Mira pedazo de inútil, a mí me hablas bien. ¿Entendiste?

Ella intentó escaparse de mi agarre, pero no la dejé.

- Soltámeee. - gritó indefensa.

- Lárgate de aquí y no nos molestes más perra, porque para la próxima te dejo sin pelo.

La solté y se cayó al suelo. Mateo estaba mirando la escensa sorprendido y algo divertido diría.

- Te vas a arrepentir, te lo juro. Este es mi hombre. - me dijo esta mientras se iba alejando de nosotros.

- Te corrijo, ERA tu hombre. - no sé porque dije eso. ¿Estaba celosa? A lo mejor sí.

Miré a Mateo y este me sonrió. Le devolví la sonrisa, sus ojos brillaban de una forma que me hipnotizaba. Nos volvimos a sentar y apoyé mi cabeza en su hombro. Quería preguntarle sobre la piba a la que casi agarré a trompadas, pero no quería que pensara que era una tóxica. Además él y yo no eramos nada.

- Qué intensa esta tarde ¿no? - le dije y solté una risita.

- Bastante. ¿No te gustaría ir a mi casa? Está a dos minutos de aquí. Allí podríamos hablar tranquilos.

Me reí por los pensamientos que había tenido.

- ¿ De que te reís gata? - me preguntó divertido.

- De nada. Vimis i mi casi ahí pidiamis hablir trinquilis. - le dije y empecé a reírme como una foca.

- ¿Y eso qué tiene de gracioso?

- A lo mejor no me apetece hablar. A mí me gusta más la acción. - le dije eso y me miró sorprendido. Qué atrevida estás hoy Eva. - pensé -

- ¡Diablos señorita! - me dijo este y solté una risa.

Me levanté y le agarré de la mano para que se levantara él también. Me acerqué más a él. Hoy tenía ganas de jugar un rato. Me había quedado con ganas de que me diera un beso, pero la perra esa nos interrumpió.

Estaba a unos tres centímetros de su cara. Podía sentir su respiración.

- Entonces qué, ¿vamos a tu casa? - le dije cerca de sus labios mirándolo a los ojos.

- S-sí vamos. - noté que estaba nervioso - pero vos me debes algo.

Di un paso atrás y me di la vuelta para agarrar mi bolso.

- ¿Ah sí? No se a qué te referís.

- ¿Me vas a dejar con las ganas? -me miró con cara de niño pequeño. Dios, era tan hermoso. Pero tenía que aguantar un poco más. Lo bueno se hace esperar.

- Por ahora sí - le dije y le sonreí.

Me agarró por la cintura y me trajo hacia él. Mi corazón iba a mil por hora. Se acercó un poco más y sentía que se me iba a salir el corazón del pecho.

- Solo por ahora. - me dijo con la voz ronca y me soltó.

- Buee hagamos como que no me mojé toda. - si quería jugar, yo iba a jugar mejor.

- ¿QUÉ? - me preguntó sorprendido y soltó una risita.

-No, nada. - me reí.

Iba a ser un día interesante.

𝐄𝐯𝐚; 𝐓𝐫𝐮𝐞𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora