Capítulo 40 💔

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Narra Eva

Como vi que se estaban matando decidí ayudar a Mateo, pero la cagué aún más.

Le metí una trompada en la cabeza a Mauro, pero éste me empujó con todas sus fuerzas y me caí haciéndome daño en la cabeza.

Mateo se dio la vuelta para ver si estaba bien y en ese momento Mauro sacó un cuchillo grueso de su mochila y se lo puso en el cuello.

Chillé con todas mis fuerzas, pero nadie podía oírme porque era una zona alejada de la población.

- P-Por favor no le hagas daño. Te lo ruego, baja el cuchillo. - le dije y unas lágrimas cayeron por mis mejillas.

- Así me gusta verte, suplicándome como una buena perra. - me dijo con una expresión de desquiciado.

- H-Hace-me lo que que-ras pe pero a ella no la to-toques. - le dijo y sentí que algo dentro de mí se rompía.

Me levanté como pude y me acerque a él.

- Un paso más y lo mato. - me dijo mientras unas gotas de sudor caían por su frente.

Tenía que retenerlo un poco más hasta que llegaban los pibes, pero en este momento mi cerebro no funcionaba del todo bien.

- Hago lo que quieras. - le dije mirándolo seria. - pero no le hagas daño, por favor.

- ¡Qué escena más conmovedora! - dijo sarcásticamente. - No puedo cumplir tu deseo Eva, por más que te quiera. Nosotros tenemos que acabar juntos, ¿entendés?. Y por desgracia este gil se interpone en nuestro camino.

No pude decir nada más porque en ese momento bajó el cuchillo rápidamente hasta su abdomen y se lo clavó con fuerza. Luego lo sacó y volvió a clavárselo.

Mateo soltó un grito ahogado y en ese momento nació en mi un sentimiento nuevo. Tenía ganas de hacer algo que nunca me imaginé que haría : Matarlo.

Se acercó a mí con el cuchillo en la mano y aún no podía entender lo que acababa de pasar.

Me acerqué a él, aunque sabía que en ese momento no podría hacer nada porque acabaría como Mateo.

- ¿Me vas a matar? - le pregunté aunque ya me imaginaba la respuesta.

- No linda, ya te lo dije, nosotros dos vamos a acabar juntos mi amor.

- Vos vas a acabar bajo la tierra hijo de puta, te lo juro por mis muertos.

No pude decir nada más porque sentí su puño en mi cara. Me caí al suelo y en ese momento él empezó a correr como un loco, se había escapado y yo me había quedado con el cuerpo inerte de Mateo a mi lado.

Busqué mi teléfono para llamar a una ambulancia, pero no lo encontré. Mauro se lo había llevado probablemente.

Me arrastré a su lado con las pocas fuerzas que me quedaban y puse su cabeza en mis piernas.

Le tomé el pulso, aún respiraba, aunque a un ritmo inhumano.

Abrió un poco los ojos y me sonrió. No entendí su gesto pero luego me habló.

- Estoy contento de que vos estés bien Eva, eso es lo único que importa. - me dijo en voz baja aunque logré escucharlo. - lo único que me entristece es que no pude llevarte a la Boca, tenía muchas ganas de tenerte a mi lado y de... Vivir juntos.

- Shh no digas eso boludo. Vos vas a estar bien, yo lo sé. - le dije llorando. - Vamos a ir a la Boca, te lo prometo. Y vamos a vivir juntos también.

No podía seguir hablando porque me ahogaba con mis propias lágrimas.

- Yo no sé si podré aguantar más, solo quiero que sepas que te quiero mucho, sos mi persona favorita en el mundo.

- Yo también te quiero mucho. Vas a ponerte bien, tranquilo. No hables más, no quiero que te canses. En unos minutos llegará la yuta y te llevaremos al hospital.

Nos quedamos en silencio por un rato que se me hizo eterno. Acaricié su carita con mis dedos. Tenía la cara pálida y unas gotas de sudor se le caían por la cara.

Esto no puede ser el final, esto acaba de empezar. Nos quedan muchos momentos por vivir juntos.

Aunque habían pasado solamente unos minutos, me estaba desesperando, estaba perdiendo demasiada sangre.

Yo no soy una persona religiosa, pero en ese momento le estaba rezando a todos los santos para que esto acabara bien.

- No puedo más, Eva. - me dijo susurrando.

- Aguanta un poco más, vos sos fuerte mi vida. Por favor, por mí.

- Si salgo de ésta, ¿te casarías conmigo?

- Sí, te lo juro. - le dije y me sonrió aunque le salió más bien una mueca.

Le di un beso en la frente y luego uno en los labios. Le tomé de nuevo el pulso y era casi inexistente.

En ese momento vi a mis amigos y sus expresiones cambiaron completamente al vernos en esa situación.

- ¿Q-Qué p-pasó? - me preguntó Camilo mientras unas lágrimas caían por sus mejillas.

No pude contestarle, me sentía impotente. No sabía qué decirle.

Segundos después escuchamos la sirena del coche de la yuta. Solo rezaba para que no fuese demasiado tarde.











No me odien, solo quería poner la historia un poco más interesante jajaj

Espero que les guste y si es así por favor voten ❤

Gracias por leer, hasta mañana 💕

𝐄𝐯𝐚; 𝐓𝐫𝐮𝐞𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora