CAPÍTULO SIETE

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El Boquete estaba empezando a debilitarnos a todos. Es cuestión de tiempo para que alcance el punto máximo de irradiación de energía oscura y cuestión de tiempo para que las Sombras comenzaran su racha de caza más fuerte.

Me acurruco en un ajuste apretado debajo de un automóvil aplastado y aguardo el llamado de Adrien.

Dos silbidos rompen el silencio un segundo más tarde.

Salgo de mi escondite improvisado y espero su llegada en cuclillas.

Capitaine.

La voz enronquecida de Adrien me tranquiliza y me pongo de pie para observar a mi alrededor. Nunca daba por sentado que se podía estar completamente solo en un lugar. No en el Ahora.

Cuando mis ojos dan con Adrien y con Simone no me da tiempo siquiera de ocultar mi reacción. Jadeo audiblemente y comienzo a correr hacia ellos.

No lo pienso, simplemente reacciono. Mi bota se encuentra con el vientre bajo del hombre y este cae sentado luego de dar unos cuantos pasos hacia atrás.

― ¡Kellyanne!

El chillido de Simone me paraliza y por un segundo no sé qué hacer. El hombre está intentando ponerse de pie otra vez y mi instinto me está gritando peligro.

Retuerzo la muñeca para agarrar el cuchillo que tengo atado en el antebrazo y flexiono mis rodillas para obtener un poco de estabilidad. Mantengo la espalda erguida, pongo una de mis manos a la altura de la nariz y la que tiene el cuchillo a la altura de mi barbilla. Separo las piernas y coloco una más adelante que la otra. Y me obligo a relajar los músculos para tener mejor movilidad a la hora de atacar.

― ¡No! ―grita Adrien.

Se coloca entre el hombre y yo.

― Apártate ―gruño.

Veo como Simone ayuda al hombre a ponerse de pie y mi enojo crece.

― ¡Nos pediste que lo traigamos! ―vocifera.

Me distraigo ante lo que dice Adrien y me confundo. El hombre que viene con ellos es tan alto que sobrepasa incluso a mis soldados, tiene el pelo negro brilloso y demasiado limpio. Los ojos le resplandecen en un extraño color ámbar, tienen un tono amarillento y rojizo de tinte cobrizo. Su piel aceitunada está bronceada y eso es tan imposible en el Ahora que solo logra desconcertarme aún más.

― Ese no es el vetusto.

No sé si lo digo para convencerlos a ellos o para convencerme a mí de que no es una ilusión óptica.

― El alma pura.

El susurro del hombre me eriza todos los vellos de la piel e inmediatamente siento un magnetismo hacia a él que me debilita y me hace caer de rodillas. Resoplo totalmente alarmada y mi cuerpo se estremece de pies a cabeza.

― ¿Kelly?

Simone me llama pero yo no puedo contestarle. Alzo la cabeza y los ojos del hombre ahora centellean en un tono amarillo cerrado.

Creo que jadeo pero no estoy segura. Siento como si me hubiera alejado de mi cuerpo y no pudiera controlarlo más.

"Mi nombre es Siverius."

La voz resuena en mi cabeza. El hombre no abrió la boca, no lo dijo en alto.

"Debes recomponerte."

Jadeo en busca de aire y siento a Adrien agacharse a mi lado.

"¡Hazlo! Ellos no deben saberlo."

Parpadeo varias veces y me obligo a ponerme de pie, los oídos me pitan tan fuerte que aunque sé que Simone me está hablando no puedo escucharla.

― ¡Kellyanne! ¿Qué te sucede?

La voz de Adrien atraviesa la neblina que me envuelve y me obligo a mirarlo.

― Me siento mal.

No digo la verdad, no puedo.

"Gracias."

Me estremezco una vez más.

― Llevas tres días sin comer y dos sin dormir ―me susurra―. Lo único que te mantiene en pie es la adrenalina.

Asiento totalmente fuera de mis cabales.

― Iremos al fuerte.

Sé que eso lo dije yo pero no puedo evitar sentir que aún estoy fuera de mi cuerpo y el murmullo me llega como de lejos en un eco repetitivo que me marea.

― Vamos.

Adrien me toma en brazos y me cobijo en él. Soy fuerte.

"Lo eres."

Escondo la cara en el pecho de Adrien y muerdo el interior de mi mejilla con fuerza.

¿Qué acababa de pasar?

SURVIVOR: El Mundo de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora