CAPÍTULO VEINTIUNO

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Me remuevo inquieta y aunque sé que debo abrir los ojos me abstengo de hacerlo. No necesito más que unos segundos de consciencia para recordar lo ocurrido pero no quiero saber qué sucedió después.

No quiero ser testigo de más muertes. No quiero seguir sufriendo por la pérdida de personas cercanas a mí. Me siento culpable, siento que si yo no existiera las Sombras no estarían aquí destruyéndolo todo.

― Kellyanne.

El susurro de Simone me desarma. Ni en un millón de años esperé que escuchar su voz me relajaría de esta manera.

Abro los ojos y me incorporo con cuidado de mantener la sábana tapando mis pechos.

Adrien está sentado en el suelo con los codos apoyados en las rodillas y sus manos sostienen su cabeza. Simone está a su lado de pie recostada en la pared y mantiene un firme agarre sobre el facón.

No hay rastros de Dorian.

― Lo siento ―murmuro―. No sabía cómo salir de aquí.

― No tienes que disculparte ―asiente―. Pero estamos muy confundidos en este momento.

― ¿Qué carajos haces desnuda con el jodido Dios de las Sombras?

El tono enojado de Adrien me sobresalta. Por un breve momento no sé qué responder y Simone debe lucir igual de sorprendida que yo.

― No tienes que usar ese tono conmigo ―frunzo el ceño―. No estaba haciendo absolutamente nada con el Dios de las Sombras. Su nombre es Dorian y para explicarles todo debo contarles cosas que les harán pensar que estoy posiblemente loca.

― Puedes empezar a hacerlo ―dice poniéndose de pie―. Porque no nos dejan salir de aquí y todo el Clan debe estar volviéndose malditamente un caos.

― Todo es cierto ―murmuro luego de pensar por unos minutos―. Dioses desterrados, Ángeles, almas puras, las leyendas... Dortheo y Mística son los padres de Dorian.

Simone se deja caer en el suelo junto a Adrien luciendo incómoda.

― Ni siquiera yo estoy segura que es lo que está pasando ―niego con la cabeza―. Solo quiero que se asomen por la ventana y observen el Ahora.

Sus expresiones son una mezcla entre confusión e incomodidad. Quiero preguntarles porqué se sienten incómodos pero espero a que decidan mirar por la ventana.

Simone es la primera en hacerlo y oculto una sonrisa cuando jadea.

― Es hermoso ―susurra.

― No hay contaminación ―digo―. Solo árboles, plantas, aire puro.

Adrien se levanta y se asoma por detrás de Simone. Su espalda se tensa.

― ¿Qué tratas de hacer, Kellyanne? ―dice volviéndose.

― No trato de hacer nada.

― ¿Piensas que porque ahora todo luce un poco mejor tenemos que aceptar lo que nos han hecho? ―grita―. ¡De ninguna jodida manera! ¡Me quitaron a mi familia! ¡Me lo quitaron todo! No hay ninguna puta leyenda que consuele el no tenerlos conmigo físicamente.

― ¡No! ¡Lo estás malinterpretando!

― ¡Entra en razón de una puta vez, sal de aquí y vuelve con nosotros!

― ¡No puedo!

― ¿Por qué?

― Porque me pertenece.

La voz de Dorian nos sobresalta a todos y yo gimo al comprender lo que dijo.

― ¿De qué está hablando, Kellyanne?

― Entiéndelo por favor, está fuera de nuestras manos ―susurro―. Estoy destinada a él desde el día que nací.

Niega con la cabeza y da un paso atrás. Simone lo toma del brazo y evita mirarme.

― Creí que yo significaba algo para ti.

― Eres mi compañero, Adrien.

― Ni siquiera te han consumido y de todas maneras siguen arruinándolo todo ―ríe cínicamente―. Siguen arruinando mi vida. ¡No trates de convencerme de que no son una jodida mierda!

Adrien se va a paso apresurado con Simone pisándole los talones y esta vez Dorian no los detiene.

No sé como sentirme, todo está pudiendo conmigo.

El colchón se hunde a mi lado.

― Dime que algo bueno saldrá de todo esto ―susurro en un sollozo ahogado.

― No tengo visiones del futuro, no puedo asegurarlo.

No puedo reprocharle eso.

Sus brazos me envuelven en un abrazo y dejo salir la angustia que me consume cuando me deshago en sollozos.

SURVIVOR: El Mundo de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora