CAPÍTULO QUINCE

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Todo quema, duele. Estoy agonizando, ni siquiera puedo moverme ya.

― Dorian ―susurro.

Siento mi garganta en carne viva. Es la primera vez que pronuncio su nombre. Espero... ¡Por el bien de todos! Que desde donde sea que el Dios de la Sombra esté, me haya escuchado.

No sé cuánto tiempo pasa. Tal vez son segundos o minutos, pero parecen horas. Me cuesta trabajo llenar mis pulmones de aire y estoy horrorizada.

De repente un dolor agudo me rompe de adentro hacia afuera. Un grito desgarrador escapa de mi boca y me siento fuera de mi cuerpo.

Dorian aparece en mi campo de visión. Su frente está perlada en sudor y su semblante naturalmente bronceado ahora es extremadamente pálido.

― Kellyanne ―gime.

No puedo moverme, quiero aferrarme a él. Necesito tocarlo, acercarme, lo ansío.

― Dorian ―sollozo.

El dolor es insoportable y casi no puedo respirar, me estoy asfixiando.

Primero solo es un roce de labios, pero luego el Dios de las Sombras toma mi boca en un beso arrebatador.

No tengo idea de cómo explicar lo que siento. Es como si desde el punto en mi cuello irradiara energía por todas mis terminaciones nerviosas y en un gemido ahogado logro hacer que mis pulmones trabajen. Me aferro a Dorian con manos temblorosas y le devuelvo el beso extasiada.

Es demasiado. Es como si mi cuerpo fuera a estallar en fuegos artificiales y al recomponer la energía tan abruptamente me mareo.

Veo borroso y cierro los ojos. Me concentro en Dorian.

Está desparramado encima de mí y todos los lugares donde nuestros cuerpos se tocan parecen quemar. Afianza su agarre en mi cintura y cuando una de sus manos se envuelve en mi cuello grito ahogadamente por su boca apasionada.

Me estremece, me desarma y me arma.

Tomo aire por la nariz pero no despego mi boca de la suya. Me ahogo en el deseo que vibra a través de mi cuerpo. Mis manos recorren su pecho y a pesar de que el cuerpo sigue doliendome enredo mis piernas en su cintura.

Está totalmente encima de mí ahora y la cama se vuelve muy pequeña por su cuerpo grande. Lo beso con fiereza, mi mente totalmente perdida.

Araño su espalda, acaricio su pecho, tiro de su pelo y me remuevo deseosa de obtener todo de él.

La pasión es demasiada y parece que no podemos obtener lo suficiente el uno del otro. Me aplasta con su peso pero no me importa, solo quiero que se pegue a mí más aún.

Despega su boca y su respiración es tan agitada como debe ser la mía. Sus ojos están totalmente absorbidos en un negro profundo.

― Eres mía.

Gimo y tiro de él hacia mi boca. Necesito más. Quiero mucho más.

Lo beso desesperada y me devuelve el beso de la misma manera.

No me importa si el mundo acaba en este mismo instante, no me importa cómo serán las cosas de ahora en adelante.

De lo único que estoy segura es que así como yo soy suya, él es mío.

El Dios de las Sombras me pertenece.

SURVIVOR: El Mundo de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora