Me quedo paralizada con la vista fija en la pequeña niña que yace acurrucada en un hueco húmedo y sucio contra la pared de una casa a punto de derrumbarse.
Los recuerdos me envuelven casi asfixiándome y me veo a mí siendo solo una niña. Acurrucada, tal y como lo está ella, en el auto de mis padres. Agazapada entre los asientos delanteros y el asiento trasero, con el corazón latiendo con fuerza y el miedo ciñéndose a mi cuerpo con tanta fuerza que me empieza a faltar el aire a mí también, a la Kellyanne del Ahora.
Me aproximo en piloto automático.
― Cariño.
Mi voz sale en un susurro ronco cargado de emoción.
La niña solo se encoge más en sí misma y aunque no pueda sentirlo sé que las Sombras deben estar sintiendo su miedo a kilómetros de distancia.
Arriesgándome a que las Sombras nos consuman a ambas me dejo caer de rodillas a su lado y la cubro con mi cuerpo tembloroso.
Soy fuerte.
Ignoro todo a mi alrededor y solo me concentro en la niña que protejo en este momento. Está temblando y deja escapar sollozos tan fuertes que mis ojos se llenan de lágrimas.
Primero es un susurro y luego mi voz sube el volumen. Canto la canción de cuna que mi madre solía tararear en mi oído para que lograra dormir. Las palabras me salen entrecortadas porque lloro y siento que la desazón me devora.
Pero no siento miedo y comienzo a acariciar el cabello enredado de la niña.
Los temblores de su cuerpo se detienen y se mueve para aferrarse con sus pequeñas manos al chaleco que tengo puesto. Pero sigue llorando y yo lloro con ella mientras dejo el corazón en cada estrofa de la canción de cuna que canto.
Las siento cerca, siento los susurros. El vello de mi nuca se eriza y canto más fuerte para que la pequeña no los oiga.
Las manitas de la niña acarician mi cabello como yo lo hago con el de ella y sollozo porque sé que he logrado tranquilizarla. He logrado salvarla.
Miro alrededor y aunque las siento no se acercan, ellas no pueden sentirnos porque la niña ya no tiene miedo.
Mis ojos captan a un hombre alto y fornido, de cabello color rubio ceniza y unos ojos de color azul eléctrico que me dejan sin aliento. Sigo cantando para la niña pero mi curiosidad me impide sacar los ojos del hombre.
Entre tanta oscuridad, él destaca. Parece tener un halo de luz alrededor que me atrae con un magnetismo tan poderoso que me siento fuera de mi cuerpo.
Cierro los ojos cuando otro sollozo se me escapa y cuando los vuelvo a abrir él ya no está.
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SURVIVOR: El Mundo de las Sombras
FantasyNo importa cuánto tiempo haya pasado desde que El Boquete se abrió. A veces incluso parece que ha estado ahí desde siempre, pero yo sé muy bien que no es así. El Mundo de las Sombras encontró el camino hasta nuestro mundo y lo arrasó todo a su paso...