CAPÍTULO DIECIOCHO

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Dorian toma mi mano y me insta a caminar junto a él. Las Sombras están a nuestro alrededor y sus susurros me están atormentando, el miedo empieza a crecer en mí y no puedo detenerlo.

― Tu miedo las está agitando, Kellyanne ―me aprieta la mano y me mira por unos segundos, tiene los ojos completamente negros y luce tenso―. Me estás agitando a mi también. No dejaré que nada te pase, puedes tranquilizarte.

― Es difícil ―murmuro―. ¿Escuchas los susurros?

― Sí, es su manera de hacer saber que están ahí ―se encoge de hombros―. Nosotros no tenemos sentido del oído cuando nos transformamos en una Sombra, así que ellas no son conscientes de que lo hacen, solo sienten las vibraciones.

― ¿Tú puedes transformarte en una sombra?

― No creo que te agrade esa versión de mí, procuro mantenerme en mi forma como Dios cuando estoy a tu alrededor.

Me quedo en silencio unos segundos pero un recuerdo aparece en mi mente.

― Me viste con esa niña.

― Sí, Kellyanne ―asiente―. Supe que eras tú en ese mismo instante.

― ¿Por qué no dolió la marca en el cuello en ese entonces?

― No estaba tan cerca de ti, pero en caso de estarlo tampoco habría sucedido. Tu sufrimiento bloqueaba la conexión que tenemos, estabas demasiado centrada en la niña como para siquiera sentir algún tipo de dolor. Reaccionas a los Dioses y es por eso que los reconoces y los ves pero tu destino siempre será estar conmigo.

Siento en todo mi cuerpo que Dorian tiene razón y me es imposible negar que siento atracción por él.

― ¿Qué soy para ti? ―pregunto en su lugar―. ¿Tu esposa?

― No estás lista aún para el matrimonio de los Dioses. No estás enamorada de mí todavía.

― ¿No lo estoy?

― No lo sé ―detiene su caminata y me mira elevando la comisura de sus labios en una leve sonrisa―. ¿Estás enamorada de mí, Kellyanne?

No respondo y suelta una risita antes de seguir caminando. No sé lo que es estar enamorada. Nadie se detiene a pensar en los sentimientos en el Ahora.

Tal vez en un principio sí pero a medida que fui creciendo me di cuenta que las emociones sólo nos hacen débiles. Luego de que las Sombras consumieran a mis padres nunca fui capaz de formar un lazo afectivo con alguien más pero siempre dolía ver cómo las Criaturas Oscuras consumían a todo el que se me acercara.

¿La marca en mi cuello fue la razón por la que nunca me pasó a mi? Siempre pensé que ser una sobreviviente era pura suerte pero ahora estoy empezando a pensar que no tuvo nada que ver con eso. Mi destino estaba escrito mucho antes de que el Boquete se abriera y las Sombras invadieran nuestro mundo.

¿Es mi culpa entonces que todo esto haya pasado? Dorian está aquí porque vino a buscarme.

Él se detiene abruptamente y me saca de mis pensamientos pero un sabor amargo se instala en mi boca. ¿Verdaderamente es mi culpa? Me niego a creer eso.

No somos culpables de las decisiones de nuestros antepasados.

― ¿Qué sucede?

― Puedes tomar un baño ―me dice.

Detrás de la cortina de gasa se observa una bañera de color blanco y un ventanal enorme que deja pasar la luz del sol. Me quedo sin aliento.

No recuerdo cuándo fue la última vez que vi la luz solar, no recuerdo cuándo fue la última vez que me detuve unos segundos a observar en lo que se había convertido el mundo. Jamás hay tiempo para esas cosas pero ahora, justo en este momento, tengo la oportunidad de hacerlo.

Me adentro en la habitación tan parecida a la que había estado durmiendo los días anteriores y dejo escapar un suspiro tembloroso. El olor a jazmines me estremece y me acerco al ventanal hasta que los rayos solares me calientan los pies desnudos.

La luz brillante me ciega por unos segundos pero no me detengo hasta que mi aliento empaña el vidrio.

Es hermoso.

Ante mí se extiende un mundo totalmente nuevo. La vegetación absorbe los edificios destruidos y ni siquiera puedo ver el hormigón de las calles. Casi puedo escuchar el canto de los pájaros y el cielo está tan celeste que me conmueve. Las lágrimas se me escapan sin poder evitarlo.

― Te lo dije.

La voz de Dorian suena en mi oído y me sobresalto cuando sus manos fuertes se posan en mis hombros.

― Hay algo hermoso en la destrucción ―susurra mientras sus manos bajan por mis brazos, llevando los tirantes del vestido con ellas―. Siempre hay algo virtuoso en la maldad. Es así como me complementas.

Siento el aire en mis pechos pero no me muevo. Estoy totalmente hipnotizada con su voz grave y la vista de lo sano que parece todo en el Ahora.

Mis pensamientos me aceleran el corazón casi de la misma forma en la que lo hacen las manos de Dorian en mi cintura.

¿Las Sombras nos llevarán directo a la extinción o a la salvación?

El vestido cae en un susurro a mis pies y las manos de Dorian se apoderan de mis caderas.

― Fui creado con la oscuridad de mi padre ―susurra―. Con el dolor que sintió por la pérdida de mi madre pero también con el amor que aún habitaba en él.

Con sus manos me dirige a la bañera y yo camino sintiéndome como un títere.

― Pero el Gran Ángel vio algo que mi padre no pudo ―murmuró ayudandome a meterme en el agua tibia―. No habría nadie que me ayudara a descubrir la bondad.

Una infinidad de imágenes se filtran en mi mente.

Veo un hombre de cabellera oscura y ojos azules de pie frente a un pequeño niño rubio acurrucado. Las lágrimas corren por el rostro del niño y cuando noto la correa de cuero que el hombre tiene en una mano jadeo.

Su mano se alza en cámara lenta y la impacta contra el hombro del niño.

Grito cuando el dolor en mi hombro me sacude.

― No eres Mística ―murmura sobre mi oído. Está arrodillado junto a la bañera y su mano izquierda se sumerge en el agua para acariciar mis piernas―. Eres Kellyanne, guardiana de todos los mundos.

SURVIVOR: El Mundo de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora