CAPÍTULO 23

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Hadley

Mantuve la palma de mi mano a menos de una pulgada de distancia de mi cara.

—Estuvo así de cerca.

—Estabas alucinando por la hemorragia de Rosalee. Él estaba tratando de calmarte. Creo que te estás confundiendo un poco sobre esto —dijo Beth antes de echarse agua en la boca como una jugadora de fútbol profesional mientras estaba sentada en el otro extremo de mi sofá.

Cuando iba camino a casa, le envié un mensaje de texto diciendo que era una emergencia. Había llegado cubierta de sudor directamente del gimnasio, pero tenía que reconocérselo. Casi llega antes que yo a mi casa.

—No estoy confundiendo nada.

—Todavía no te deja a solas con la niña, pero ahora, ¿crees que está tratando de meterse en tus pantalones?

—No dije nada sobre mis pantalones. Solo dije que me miraba como si quisiera besarme y luego posiblemente comerme como un bocadillo.

Arqueó una ceja.

—Sé que has estado fuera del negocio por un tiempo, pero eso normalmente no requiere pantalones.

Suspiré.

—Hablo en serio, Beth. Había algo allí esta noche. Y no solo de mi lado de la ecuación. Estaba sintiendo algo. Sé que lo estaba. Debería haberlo besado.

—No deberías haberlo besado.

—Debería haberlo hecho. Dios, ¿por qué no lo besé? Se recostó contra el cojín y me miró fijamente. —Jesús, ¿qué estás pensando ahora mismo?

—Estaba a dos segundos de hacerlo él mismo. Podría haber acelerado el proceso para ambos.

—¿Te estás escuchando a ti misma? Porque esto es una locura. Y el hecho de que me hayas hecho perder el tiempo llamándome aquí en vez de decirme que te encuentre en el manicomio, donde obviamente tienes que estar, es de mala educación.

Me quedé mirando a la distancia, con un escalofrío en la piel mientras pensaba en su duro cuerpo.

—Era como un baño mágico. Entró ahí y trajo todo este océano de calma con él. Lo que es gracioso, porque Jeongguk suele ser la tormenta. Pero luego me abrazó. Fue tan dulce y tan real.

—¿Sabes qué más es real? Tus delirios.

—Tú no estabas allí. No viste la mirada en su rostro. Era como si no pudiera detenerse. Estaba en... —Una ráfaga de agua fría me golpeó en la cara—. ¡Mierda!

Ella bajó su cañón de agua/botella de agua y me miró fijamente. —¡Lo siento! Pero alguien tenía que hacerlo.

Usando la parte inferior de mi camiseta, me sequé la cara con palmaditas.

—¿Qué diablos te pasa?

—Tú, Hadley. Tú eres lo que me pasa. —Se puso en pie y se elevó sobre mí—. Me prometiste que podrías manejar esto. Juraste arriba y abajo cuando te traje de regreso de Puerto Rico que podías soportar estar cerca de él sin ponerle los ojos saltones de niña de ocho años de edad. Y aquí estamos, un poco más de tres meses después, ¿discutiendo sobre si debiste besarlo? —resopló y cruzó los brazos sobre su pecho, por suerte sin volver a apuntarme con la botella de agua—. Ya no es el Kim Jeongguk de quince años. Es Jeon Jeongguk. El padre de tu hija que, gracias al acuerdo de mierda que firmaste, es dueño de tu tiempo con Rosalee durante los próximos tres meses. Literal y figurativamente: No arruines esto.

—¿Y si me besa? ¿Y si él lo arruina?
Puso los ojos en blanco.

—Por favor, déjame que te ponga en contacto con un chico. Unos cuantos orgasmos y una gran polla diluirían mucho el caso de la locura sexual que tienes en este momento.

Con remordimiento - jjk (jungkook - BTS) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora