CAPÍTULO 24

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Jeongguk

—Tu hija tiene talento natural —dijo la mujer sobre el árbol torcido de Rosalee que colgaba de la pared. Inclinó su cabeza de un lado a otro mientras ahuecaba su barbilla como si estuviéramos parados en el Met y no en el auditorio de un preescolar.

—Mi chica definitivamente tiene talento. —Sonreí, mirando algunas filas hasta donde Rosalee se estaba riendo con su amiga Molly. Me alegraba que se divirtiera, pero desearía que no se viera tan feliz para poder usarla como excusa para escaparme.

La mujer agarró sus perlas con su mano izquierda, mostrando su dedo anular vacío al menos por décima vez desde que se había acercado.

—No creo que nos hayamos conocido oficialmente? —Extendió el más flojo de los apretones de manos en mi dirección—. Soy Marilyn. Como Monroe, solo que con cabello oscuro. — Se rio nasalmente, dando palmaditas en el fondo de su pequeña melena.

Desafortunadamente, su nombre era el único parecido que tenía con el difunto icono americano.

Como el único padre soltero en la escuela de Rosalee, no me parecía inusual que las mujeres vinieran a charlar conmigo en las funciones escolares. Pero Marilyn era extra especial, suponiendo que definieras ser una perra de primera clase como especial. Era la presidenta de la Asociación de Padres y Maestros de Preescolar. Como si una de ellas fuera remotamente necesaria en una escuela con una proporción de cinco alumnos por maestro. Pero si alguna vez había escasez de lápices de colores, Marilyn estaba por todas partes. La había estado evitando como si fuera la peste desde que me enteré de que había finalizado su divorcio con su marido, el cirujano plástico. Actualmente, vivía con su pensión alimenticia y nunca se perdía un servicio dominical en la iglesia donde su ex y su nueva novia asistían a los servicios.

En resumen: Ella era drama en todo el sentido de la palabra.

Tomé su mano en una torpe sacudida de arriba hacia abajo que se habría sentido más natural si hubiera sido una labradora retriever.

—Soy Jeongguk.

—Ooohhh, que original. Me encanta ese nombre. —Deslizó su dedo por la parte delantera de mi camisa en lo que pensaba que se suponía que era un gesto seductor.

—Gracias. Probablemente debería ir a ver a Rosalee.

Pero solo a Rosalee. No para ver si Hadley ya había aparecido. Por décima vez.

En tantos minutos.

Había decidido que, en algún momento de los últimos tres meses, había sufrido un derrame cerebral. Mi condición incluía: pensar las veinticuatro horas en una mujer a la que supuestamente odiaba, imaginar su trasero mientras se inclinaba mientras yo estaba en la ducha y despertarme con ella en la parte posterior de mis párpados, desnuda y llamándome por mi nombre. Sin embargo, esos síntomas no habían producido muchos resultados en el WebMD6.

Pero, maldita sea, tenía que haber una explicación médica en alguna parte.

Marilyn me agarró del brazo, acercándose más.

—No seas tonto. Tenemos diez minutos antes de que empiecen los premios. Vamos. Déjame invitarte a una copa. —Se echó a reír, señalando a la estación de agua de la esquina—. Ojalá sirvieran alcohol en estas funciones. Los haría mucho más interesantes, eso es seguro. —Se rio más fuerte y odioso, su mano apretando mi antebrazo.

Apretando los dientes, envié un S.O.S. silencioso, aunque como el pecador menos favorito de Dios, no esperaba ningún tipo de respuesta.

Hasta que...

Con remordimiento - jjk (jungkook - BTS) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora