Capítulo 18

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Incluso después de tres semanas de dormir solo, Jimin todavía extrañaba el calor del cuerpo de su Amo contra él. Bueno, realmente no dormía. Se sacudía, daba vueltas, y despertaba por las pesadillas. Después de pasar años durmiendo solo sobre un piso frío, debería ser capaz de dormir en una cama cómoda y caliente.

Cuando dormía con su Amo, no tenía noches agitadas. Su anterior Amo ya estaba en la cárcel. Otros tres esclavos habían sido encontrados en su casa, uno de ellos muy joven, según el Señor Kim Seokjin . Se quedaría en la cárcel hasta el juicio. Aquella parte de su vida estaba terminada, excepto que debía testificar contra el Amo... No, no el Amo, el nombre del tipo era YoonGi. La doctora Manoban decía que debía dejar de pensar en alguien como en su Amo o en él como un esclavo. Pero él quería ser esclavo del Amo Taehyung.

De Taehyung...

Aunque tenía permiso para usar su nombre, Jimin no podía dejar de nombrarlo así, ni siquiera en sus pensamientos. El contrato terminaba en un par de días. Cada noche que pasaba desvelado, lo hacía pensando en que había pasado un día más. El tiempo nunca le había importado ni significado nada antes. Su vieja vida era solo dolor infinito y humillación. Entre su celda y los días pasados en el calabozo del Amo, no había nada que permitiera diferenciar esos días.

Su tiempo pasado con el Amo Taehyung , en cambio, parecía demasiado corto, pasaba tan rápido como un destello, como un suspiro.

Aprendía cosas, las que según el Amo Taehyung tendría que saber, si quería vivir su propia vida. Disfrutaba de esas sesiones juntos. Su Amo trabajaba con él diariamente sobre cosas que recordaba, vagamente, haber aprendido en la escuela. La lectura era algo que le había gustado y le seguía gustando. Las matemáticas, todavía le daban problemas.

Incluso las salidas cortas de compras ya no lo asustaban tanto como pensaba que lo harían, especialmente cuando fueron a la librería. Le gustó el olor de todos esos libros mezclados con el rico aroma del café. Las compras de ropa no eran tan divertidas, pero a su Amo parecía gustarle mucho comprarle cosas. Hasta habían salido a comer varias veces.

Jimin sonrió abiertamente con el recuerdo del sushi que había intentado comer. No le gustó, pero sintió miedo de que su Amo se enfadara si se lo decía. Aunque el Amo Taehyung seguía insistiendo en que la verdad era necesaria. Se había tragado el miedo junto con el pescado crudo y le había dicho que no le gustaba. Su Amo solo había reído y ordenó algo que estuviera cocinado.

Todavía encontraba difícil llamar a su Amo por su nombre, pero había logrado dejar de llamarlo Amo en público. Pequeños pasos, decía el Amo. Pequeños pasos hacia delante es mucho mejor que quedarse parado. La parte más difícil la tenia con la doctora Manoban. Parecía bastante agradable, pero Jimin quería olvidar el pasado, no revivirlo.

Jimin suspiró mientras daba vueltas. Las cosas que YoonGi le había hecho habían sido crueles e incorrectas. Ahora lo comprendía. Todavía lo aterrorizaban, aun cuando él estuviera en la cárcel y se quedaría allí una larga temporada.
Pero Taehyung jamás le hacía daño. Incluso la primera vez, cuando lo había atado con correas en el cabestrillo, Jimin no había tenido miedo. El dolor de la excitación había desechado todos los malos recuerdos de estar atado y desvalido.

Los pensamientos daban vueltas en su cabeza. ¿Por qué eso había sido tan diferente? El motivo lo sacudió con tanta fuerza como si fuera un golpe. Confiaba en Taehyung. Y eso marcaba toda la diferencia del mundo. Sólo un par de días más y el contrato...

Jimin se dio la vuelta otra vez y miró fijamente la débil luz del amanecer que brillaba por la ventana. El contrato decía que Jimin tenía que obedecer al Amo Taehyung. Y si no lo hacía...

Los labios de Jimin se curvaron en una pequeña sonrisa mientras pensaba un plan.

[...]

Taehyung frunció el ceño cuando entró en la sala de estar. Le había llevado la mayor parte de la noche lograr dormirse finalmente y despertarse al amanecer, con la televisión resonando no era algo que esperara o deseara. Se encontró a Jimin vestido con una bata y estirado sobre el sofá. La pantalla cambiaba rápidamente de un canal a otro. Claramente, Jimin había estado prestando atención cuando Taehyung le mostró cómo usarla.

—¡Jimin! ¿Qué estás haciendo?

—No podía dormir —el tono medio mascullado era casi inaudible bajo el sonido mezclado de la televisión.

—Baja esa cosa. —La cabeza de
Taehyung ya palpitaba por la carencia de sueño y los infinitos pensamientos sobre Jimin, sin este estruendo adicional.

—Me gusta alto...

Taehyung casi podía sentir que sus cejas tocaban la línea del cabello.

—¿Te gusta qué? —el gruñido no consiguió una respuesta de Jimin. ¿O sí? ¿Su pecho se había elevado un poco más rápido? ¿Acaso la mano que sostenía el mando había temblado?

—Dije que me gusta alto. —Las palabras fueron un poco más contundentes, casi desafiantes.

Sacudiendo el sueño de su mente, Taehyung comprendió que Jimin no le había llamado Amo o Señor ni siquiera una vez. Se acercó al sofá y arrebató el mando de la mano de Jimin. Después de apagar la tele, lo tiró sobre la mesita de al lado.

—¿A qué estás jugando, Jimin?

Un poco de miedo apareció en los pálidos ojos verdes.

El contrato... Dijiste que teníamos que cumplir con el contrato.—Taehyung se mordió el labio para impedirse mostrar una sonrisa. —Si soy malo, tienes que castigarme...—su voz se suavizó.

—¿Y crees que tienes que ser castigado?

Jimin asintió despacio mientras el miedo empezaba a desaparecer de sus ojos.
Morderse el labio se convirtió en costumbre, ya que Jimin imitó el gesto de Taehyung para evitar sonreír.

El calor inundó la ingle de Taehyung. El refrenamiento de las tres semanas pasadas se liberó; en segundos ya estaba duro.

—Levántate. —Su gruñido obtuvo un cumplimiento inmediato.

La bata de Jimin confirmó su verdadero interés en el castigo esperado. Su sonrisa había desaparecido y ahora sólo el deseo coloreaba sus ojos. Una lengua furtiva rápidamente mojó sus labios. Taehyung se resistió a besarlo. Debía ser castigado, no recompensado.

—Sígueme. —Se giró y caminó hacia el cuarto de juegos sin esperar a ver si Jimin obedecía. Las suaves pisadas de unos pies desnudos lo siguieron.

El olor del cuero lo invadió cuando abrió la puerta. El dolor en su ingle se intensificó cuando encendió las débiles luces del techo.

Por razones obvias, las ventanas habían sido cubiertas en este cuarto, pero
Taehyung prefería la iluminación suave y evocadora del alba o del crepúsculo.

Nuestro contrato  © vminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora