13. Células y cervezas sin alcohol.

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Capítulo trece

Células y cervezas sin alcohol

Dylan

Seré sincero: todas las clases en esta universidad apestan, pero lo bueno era que los exámenes por fin habían terminado

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Seré sincero: todas las clases en esta universidad apestan, pero lo bueno era que los exámenes por fin habían terminado. Estaba feliz con ese hecho, claramente porque no quería seguir tirando respuestas que no tenían nada que ver con la pregunta de las hojas.

Ya me había quedado sin imaginación.

Para cuando varios profesores repartieron las calificaciones en el día de ayer, noté que al final no me había ido tan mal como esperaba... pero tampoco eran las mejores notas del mundo.

Mi hermano sí había acertado en todo.

Maldito roba genes.

Mientras termino de subirme los pantalones, atrapo el celular que se encontraba en la mesa y me percato de lo temprano que era. El sol que se asomaba entre las nubes reflejando su luz dentro de la habitación de la rubia, me recordaba que ya debía irme a Delta.

—Sasha, me voy —le aviso a la chica que se revuelve entre sus sábanas. Se recuesta un poco somnolienta y hace un mohín con sus labios quitándose el cabello de la cara, no me mosqueo ni un poco por su gesto.

— ¿Tan rápido?

—Sí —le acorto tomando mi chaqueta.

—Quédate un poco más... —ruega a la expectativa.

Sasha no estaba entendiendo el contrato mental de cero-ataduras.

—Después te llamo.

Antes de que me diga otra palabra, salgo de su cuarto cruzándome con varias de las Gamma que habían decidido despertarse temprano y no recibo ningún comentario más que miradas pícaras.

Agradezco que ninguna me haya hablado.

No las conocía como para opinar si me caían bien o no. Pero me llevaba mejor con las Kappa.

Arrastro mis pies por la acera y suelto un bostezo algo exagerado. Ya se había hecho una rutina ir a Gamma con Sasha los viernes por la noche y volver a Delta los sábados a eso de las nueve de la mañana... horario en el que nadie parece estar vivo.

Las fiestas en el campus se mantenían presentes. Particularmente por otra fraternidad a unos cuantos minutos de la nuestra, no éramos los únicos con ganas de hacer sociales y, a decir verdad, los chicos de aquella residencia mixta hacían buenos festejos.

Algunos eran muy raros.

Varios minutos después, le doy un manotazo a la manija de la puerta de Delta Psi Beta y me adentro sin pensarlo ni un segundo. Gratifico el hecho de no tener sueño, aunque sí estaba un poco cansado. Escucho una pequeña corrida y pronto Gervasio, el perro salchicha, suplica que le rasque el lomo desde el suelo.

¿Quién dijo guerra? © #3 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora