24.2. Sábado.

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Capítulo veinticuatro (parte dos)

Sábado

Austin

—Vamos a salir rodando si sigues cocinando tú, Nolan

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—Vamos a salir rodando si sigues cocinando tú, Nolan.

—Cállate y come —le ordena a Isaac señalándolo con sus cubiertos—. Esto es fuente de proteínas, mucho potasio y calcio. No te puedes quejar.

—Además, tú quemarías la comida, Isaac —recuerda Joey.

Varios reímos por lo bajo mientras comemos la carne asada o el pollo con arroz frito que nos había cocinado el chef de la casa. Sí habían sido muchas las veces que Isaac se había propuesto quemar la ca... digo, cocinar la cena. Había fallado en todas.

—Discúlpenme por ser bueno con la música y no con la cocina.

Desde nuestros lugares, escuchamos rechinar la puerta de la entrada avisándonos que alguien había entrado a la casa. No éramos paranoicos con qué intruso podría ingresar (aunque, deberíamos) pero siempre estábamos atentos a estos detalles.

Era un clic en nuestra cabeza.

Como cuando escuchas pisadas y automáticamente reconoces quién es la persona que está caminando solo por su ritmo al andar. Es raro, pero así funcionaba nuestro cerebro y nuestro mecanismo de defensa.

—¡OLIVIA! —Me percato de la hora y me trago el pedazo de pollo casi atragantándome—. ¡Me tengo que ir!

Los Delta me observan como si fuese una especie de bicho mutante pero ninguno dice nada ni tampoco les da el tiempo porque tomo las cosas esenciales y salgo disparado como cohete por el patio trasero en menos de diez segundos.

Había jurado que llegaría a tiempo a Kappa Beta, así Olivia y yo podíamos ver su película favorita juntos antes de prepararnos para ir a la fiesta de esta noche. La misma había sido difundida por todo el campus y, por como se decía, iba a estar genial. No quería perdérmela solamente para poder pasar un buen tiempo con los Delta y mi hermano.

Olivia... no sé.

A veces me siento incómodo con ella. Ya se sabe que es un tema extraño.

[Estoy abajo.] Enviado.

[Allí voy.] Recibido.


Abre la puerta recibiéndome con una sonrisa que a cualquiera podría enamorar. Tiene los ojos más verdes que de costumbre y desde la distancia puedo oler su clásico perfume. No deja correr ni un segundo más y se me abalanza llenando mi rostro de besos pequeños.

—Te extrañé.

—Nos vimos hace poco. ¿Recuerdas? —Sonrío levemente y alzo la ceja porque me mira vacilando—. Fuimos al parque y también tomamos un café.

¿Quién dijo guerra? © #3 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora