Capítulo 9

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Sentí mi cuerpo pesado y una luz cegadora.

- Queen, joder, que susto me has dado tía - la morena me despertó de mi ensoñación. - No sabes lo que es abrir la maleta en busca del pijama y encontrarme un bicho negro.

Tía, que ciega eres, que soy gris. No sabes de colores como mi Albi. ¿Y Alba?

- Y lo preocupada que me llamo Alba cuando baje del avión porque no te encontraba en mi casa, pensó que te habías ido - suspiró. - Tienes suerte de que tenga una amiga veterinaria, que le llame y me dijo que posiblemente te habías desmayado. Y yo acá como una loca pensando que había asesinado a mi hija. Espera que llame a Alba que está tristísima mi niña - dijo cogiendo el teléfono.

Dios que pesadez. Podía haber muerto por asfixia en esa maleta. ¿Otra casa? ¿Y Alba?

- Bebé, tranquila cariño - dijo en la conversación por el móvil - encontré a Queen... no, allá no... ten en cuenta que está bien... apareció en mi maleta... que está despierta y todo, mi vida, está bien... vale, llámame para que veas - dijo y colgó. - Ahora llama tú madre para verte la cara y reñirte.

Luego al estar despierta conscientemente comencé a notar el olor de nuevo,sobras de la hoja. Prr... prr...

- !Queen! Suelta eso - se alteró la morena. - ¿De donde has sacado eso? - cuestionó. - Que es una plantita, no te la comas - dijo para quitármela y contestar el sonido de su celular. - Mira, cariño, ahí está sana y salva.

Natalia volteó su móvil, dejándome ver la extensa pantalla en donde estaba mi humana. ¿Donde está?

- Pero que coño, que no te creía - dijo la rubia a todo volumen. - Queen, no sabes lo preocupada que estaba...

- Claro, si quieres venirte avisa así no preocupas a tu mami - la interrumpió.

Alba río pero su mirada no. Natalia volvió a voltear el teléfono y se sentó a mi lado. Subí a sus piernas por lo que nos enfocó a las dos para que nos vea.

- O sea estaba muy preocupada - sonreía con lágrimas - y no sé si me hace sentir mejor saber que estuvo en una maleta todo el viaje.

- Ya, si mañana a primera hora la llevo al veterinario, ¿vale preciosa? - dijo con lo que la rubia asintió. - Pero cálmate ya, baby, ves que está bien, me gustaría estar ahí para darte un abrazo a todo esto.

- Sí, no te preocupes - suspiro entrecortadamente - yo ceno ahora aquí ¿no te molesta que me queda a dormir en tu piso, verdad?

- No, nada que ver. Quédate todo lo que quieras.

- Vale, entonces cenaré, solita - dijo con un puchero al que Natalia repitió al verla.

En lo que Natalia ponía la ropa a lavar, yo iba por un nuevo piso, mucho más grande que el que tenía, me sigo preguntando donde estamos. Me acerqué a un ventanal y descubrí lo que era el vertigo, nunca había estado tan alto, esto supera un árbol, pero que digo, supera a más de seis o siete árboles.

Seguí andando y subí por unas escaleras un tanto resbaladizas, brillaban y todo era blanco, desde el piso hasta el techo que hacía contraste con lo muebles de color negro. Todo lucía tan valioso y ostentoso, Alba me reprendería por tocar ese sofá con mis garritas. Que ganas porque no está Alba acá.

Alba... ¿dónde estás?

Queen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora