Capítulo 16

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La noche fue tranquila, lo contrario a lo pensado. Sinceramente pensé que tendría que ir al sofá por el amor que desprenderían de si mismas en la cama, pero para mi suerte no profundizaron sus demostraciones y dormimos las tres juntas.

- ¿Y como te va en eso de las reuniones? - empezaron la charla nocturna.

- Mucho mejor de lo que pensé - contestó. - Creo que los inversionistas y su gente están más emocionados que mi padre por enlazar todo esto, que al final si vuelvo antes de lo previsto.

- Que bien, te extrañe mucho - se oculto en el cuello de la morena. - Ah, en una llamada me dijiste que tenías algo para mi - susurró tan bajo que a penas pude oírla.

- Mhmm... - afirmó sin mover los labios. - Te lo doy en otro momento.

- Vale, vas a tenerme muriendo de la curiosidad.

- No es eso - rio. - Va para otro momento.

Ya estaba cayendo en el sueño reparador hasta que las voces volvieron a charlar.

- Aún no me creo lo de Pelusín - dijo Natalia.

- Quien iba a decir que nos conocíamos antes - siguió la rubia - ambas cambiamos de looks radicales era imposible que vinieses a mi memoria.

- Ya vez, y no me confundí en escoger a su madre.

- Y tu siendo la otra madre te la trajiste, ¿no? - regañó en forma de broma a su novia.

- Hasta ahora no entiendo como llego a mi maleta, estaba toda inconsciente la niña - recordó cuando me vio - la plantita... ostras.

- ¿Que planta? - dudo.

- La maleta me la prestó mi hermano, él había ido de viaje y estuvo malito de la digestión - rio - y bueno le recomendaron una especie de hierba, la hierba gatera - comenzó a entonar en voz de preocupación - que Queen se ha metido unas hoja que puesta va.

- Nat - carcajeó su novia.

- Que no le pones límites, era eso, yo te dije Alba.

- Siempre me responsabilizas a mi pero tu también dices ser la madre - se mimaron los labios - he leído algo sobre esa hierba gatera pero ¿no le hace daño? - recién se preocupó.

- No, no. Que va, sólo paso un buen rato y ya - la pelinegra bostezó.

- ¿Tienes sueño?

- Un poquito - se acurruco contra Alba, dándome la espalda.

- ¿Solo un poquito? - la mano de Alba que cruzó sobre la pamplona al sentirme cambió la dirección de la espalda de Natalia hacia mi.

Y dejo todos las caricias que estuvieron ausentes en todo este tiempo que realmente necesitaba.

Queen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora