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No he querido hablar más del tema. Quiero evitarlo a toda costa. Por alguna razón creo que si lo conservo en privado no será real. River insiste en que le cuente que es lo que me ha pasado, que hable con él, pero simplemente no puedo. Si antes ya era demasiado tener que sufrir con sus muertes, ahora tengo que sufrir con sus recuerdos distorsionados y con voces que me atormentan cuando estoy sola. Ah si, descubrí que si estoy acompañada las voces no están presentes. Pero si estoy sola, estás aparecen al instante, lo cuál me hace sentir débil. Por eso he evitado a toda costa pasar momentos a solas.

Y últimamente está tan mal que ya no puedo hacer las cosas normales sola como antes solía hacerlo. Ayer cuando decidí tomar una ducha, al cerrar los ojos y abrirlos de nuevo, me encontré con el cuerpo sin vida de Nate. Pero el siguiente momento este ya no estaba. River escucho mis gritos y al instante vino a ayudarme. Nunca había sentido tanto miedo. 

Y ahora que tengo que ducharme, me muero de miedo. Me acerco a River que está trabajando en su laptop. Esta un poco enojado conmigo, pero aún así me ayuda y esta ahí para mi.

—¿Podrías hacerme un favor?— Digo rodeándolo en un abrazo por atrás.

—¿Qué debo hacer?— Dice dejando de escribir y respirando hondo, casi preparándose para lo que le diré. 

Lo tomo del brazo y lo arrastro conmigo hasta el cuarto de baño. Lo siento sobre el baño. —¿Puedes esperar ahí hasta que salga?

Me mira confundido pero después asiente. Me hace sonreír cuando se tapa los ojos para poder desvestirme. Hago eso y entro a la ducha.

—Ya puedes abrirlos.— Digo una vez dentro. Saber que esta alrededor me da tranquilidad y paz.

—¿Puedo entrar contigo?— Dice de repente y agradezco que no pueda verme porque siento mis mejillas sonrojarse.

—No.— Digo riendo.

Ambos nos quedamos en silencio.

—¿River?— Pregunto curiosa.

—Sigo aquí.— Dice reasegurándome.

—¿Estás enojado conmigo?

Se toma unos segundos antes de responder. —No, nunca podría enojarme contigo. Pero me duele saber que no me tengas la confianza para decirme lo que está pasándote. Sabes que sea lo que sea, voy a ayudarte. 

Me asomo para mirarlo. —Claro que te tengo confianza. Eres la persona a la que mas confianza le tengo.— Miro su expresión y se ve un poco triste pero se que está tratando de ocultarlo, nunca ha sido bueno demostrando emociones.

—¿Entonces?— Pregunta una vez que cierro la cortina de nuevo.

—...Tengo miedo.— Digo honestamente. Cierro la llave y salgo con la toalla alrededor de mi cuerpo. River me mira desde su lugar.

—¿De que? Sabes que te protegeré ante todo y todos.— Dice tomando mi mano.

—Lo se. Tengo miedo de que... si hablo de ello se haga real, más real de lo que ya es. Se que todo es mi imaginación y al final del día, si esta dentro de mi cabeza puedo controlarlo... Pero no se cómo yo sola me puedo hacer tanto daño, esto me supera, de verdad...— La voz se me corta al final.

—¿Es eso? ¿Es tu mente la que te atormenta?— River se levanta y ahora es él el que me mira desde arriba.

—Si.— Contesto.

River me abraza y yo me río. —Voy a mojarte.— Digo zafándome de su agarre.

Ambos salimos del cuarto de baño y antes de que yo se lo pida, River me da una sudadera suya. Me la pongo y me siento como una niña pequeña, me queda muy grande.

—Tengo una idea. Vamos por comida y veamos una película. Así te puedes distraer un momento.— Dice y se que el también está cansando. —Hay que aprovechar los últimos días antes de que todo se vuelva una locura de nuevo.

La idea me parece maravillosa y ambos salimos de la habitación para buscar toda la comida posible. A veces olvido que aún somos adolescentes. Se que River en unos meses cumplirá 20 años, pero aún así es muy joven y debemos aprovechar todo el tiempo que tenemos. Nunca hacemos lo que la gente normal de nuestra edad y esto me parece un plan maravilloso, por que eso es lo que ahora más necesito, sentirme normal. 

Es media noche, por lo que no hay nadie afuera. Mientras yo busco la comida, River me espera en la enorme televisión dónde usualmente suceden las operaciones. Me tiro en el piso junto con él y una película comienza.

—Míranos, hasta parecemos dos adolescentes normales.— Dice riendo.

—Lo somos.— Digo riendo con él.

—No lo somos.— Dice él riendo aún.

Y así abrazados, continuamos viendo la película. Y de un segundo a otro me quedo dormida entre sus brazos. En mi lugar seguro. 

Stolen Keys | (completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora