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Fue directo. Justo al grano, miré atrás, a lo mejor se lo estaba diciendo a alguien que se escondía detrás de mí, o quizá solo me estaba gastando una broma para que todos se rieran de mí. Otra vez.

Pero cuando me di la vuelta descubrí que Paula, María y Pablo estaban callados, y serios, mirándose entre sí y un poco cabizbajos.

¿Qué coño había pasado?

-Ey... ¿quieres? -me volvió a repetir con media sonrisa.

No tenía otra opción. Era esa, o sentarme sola. Y aunque me diera mucha vergüenza estar media hora al lado de ese chico, me había preguntado él que si yo quería ir a su lado. Todo el trayecto. Él. Conmigo.

-S...sí -no sabía qué responder. Ethan era el típico chico que con una sola mirada, puede hacer lo que quiera contigo. Quería ir con él. Pero las dudas me ganaban. ¿En realidad todo esto se trataba de una broma? ¿Debería haber dicho realmente que sí? ¿Por qué acepté? Pero lo más extraño de todo... ¿por qué él se quería sentar conmigo?

-¿¡Sí!? Venga, vamos -miró por última vez a los que hace un minuto se habían reído de mí, serio y amenazante y, de nuevo, volvió a mirarme, sonriente.

Llevabamos medio trayecto recorrido. No habíamos cruzado ni una sola palabra, él estaba en el lado de la ventana, por lo que estaba mirando el paisaje y sumergido en sus pensamientos.

Yo todavía no había sacado mi reproductor de música. Tenía... vergüenza y miedo a partes iguales.

Tenía vergüenza porque sabía perfectamente que se iba a reír de mí si sacaba el mp3. Aunque yo lo veía normal, joder, no era tan raro tener un mp3 en pleno 2019.

Y tenía miedo por si me hablaba y yo no lo ecuchaba por tener la música demasiado alta, y parecer una grosera. Cuando escuchaba música, me gustaba escuchar música y nada más. Ningún ruido ambiental.

Me estaba empezando a aburrir. Ethan no tenía pinta de querer hablar. Quizá solo cedió a sentarse conmigo por pena.

Suspiré y busqué en mi pequeña mochila el reproductor. Lo saqué, lo encedí y enchufé los auriculares. Todavía no sabía muy bien como funcionaba. Aunque Edgar y yo esta mañana habíamos averiguado algunas cosas. No lo controlaba del todo.

Ethan, al ver que estaba entretenida con algo decidió echar un vistazo, escuché que se rió por lo bajo y volvió a mirar por la ventana.

Sabía que iba a ocurrir. No me sorprendía, pero entonces, ¿por qué me sentía mal cada minuto que pasaba?

Definitivamente, no sabía usarlo. No era una de las personas que se rindiera pronto. Pero no sé por qué extraña razón, me vi sin ganas de intentar nada más. Quizá era porque había dormido poco esa noche o simplemente porque ya había hecho el ridículo con Ethan.

-¿Por qué lo guardas? -preguntó de repente Ethan despegando su vista del paisaje. Me removí incómoda y lo miré.

-No sé usarlo -contesté rápido y aparté la mirada. Ethan me imponía mucho, demasiado, y no encontraba la razón.

Me sentía estúpida, ¿qué ser con un poco de inteligencia lleva encima un trasto que no sabe usarlo?

-¿Me dejas intentarlo? -cuestionó sonriéndome. Lo miré impresionada. ¿De verdad no iba a hacer ninguna broma ni nada por el estilo?

Por un segundo dudé, pero después asentí, total, ¿qué podía perder? Le di el reproductor lo más rápido que pude y él lo miró con determinación.

-¿Por qué un mp3 y no Spotify? -Preguntó, sabía que esa pregunta iba a caer ese día, tenía la respuesta preparada. Tan preparada que respondí al instante.

-Tengo el móvil roto.

Él me miro con una sonrisa pillina y asintió.

-Así que la señorita no solo tira libros, sino también móviles. Me gusta -comentó, me puse colorada al instante. No sabía como reaccionar-. Jessica, es broma. ¿Por qué estás tan tensa?

Era la primera vez que escuché mi nombre en su boca. Me estremecí un poco. Su voz era tan sexy que hasta un insulto le quedaría extremadamente sexy. Pero mi nombre... iba a otro nivel.

Al hacerme la pregunta, sus ojos azules se clavaron en mí, tenía una medio sonrisa y todavía portaba en sus manos mi mp3.

-No... no es nada, solo que no he dormido muy bien esta noche, estoy cansada -le expliqué, el me miró con el ceño fruncido y siguió intentando entender el mp3.

-¿Qué ha pasado, te has quedado hablando con tu novio más de la cuenta? -dijo en un tono de burla. No sabía como interpretar esa pregunta. ¿Intentaba ser agradable conmigo o solo se burlaba de mí?

-Como te he dicho tengo el móvil roto -le dije un poco menos simpática, y temí que me devolviera el tono. No sabía qué intenciones tenía Ethan, pero no quería caerle mal, en realidad, a nadie quería caerle mal.

-Existe FaceTime, a lo mejor te va el ciber sexo, no lo sé -me miró con una sonrisa burlona-. La gente tiene fetiches, no soy quién para juzgarlos, es más, yo también tengo.

Se río y volvió a mirar a la pantallita del reproductor.

¿Qué se suponía que tenía que decir en ese momento?

-Eh...-balbuceé, él me volvió a mirar y estalló en una carcajada. Pero, no iba con malas intenciones, me dieron ganas de reír con él. Llegué a sonreir un poco.

-Te lo tomas todo demasiado a pecho, Jessica, y tienes una sonrisa muy bonita, enseña los dientes un poquito más.

Por primera vez en mucho tiempo, me sentí halagada, halagada de verdad. No fue el típico comentario por compromiso, lo decía de verdad, era una opinión. Su opinión.

-Gracias -le dijé sonriendo, él me sonrió de vuelta y volvió a intentar resolver el mp3.

-No me jodas, ¿enserio, Natos y Waor? -cuestionó algo impresionado.

La mayoría de canciones que había metido era de Natos y Waor, eran mis cantantes preferidos, me los ponía a cada rato, para hacer lo que sea, con cualquier estado anímico.

Asentí levemente, no sabía si le agradaban mis gustos musicales o si se iba a reír, o a discriminar, o lo que sea.

-Es mi grupo favorito. De hecho -sacó su móvil y encendió la pantalla. Tenía una foto preciosa de ellos dos en un concierto-. Me encanta esta foto.

-¿Has ido alguna vez a algún concierto de ellos? -pregunté curiosa, y sin darme cuenta, algo sonriente.

-No, aún no. No he encontrado todavía a nadie con quien ir. Y eso de ir con tus padres no mola -nos reímos-. ¿Y tú?

-No... yo no he ido a ninguno tampoco, aunque me gustaría demasiado -respondí.

Sonrió y me devolvió el reproductor.

-Toma, ahora, cada vez que quieras entrar solo le das a este botoncito y aquí tienes todas las carpetas con las canciones, ya puedes escuchar lo que quieras, señorita -me explicó, eso sí, sin perder su sonrisa. Ethan era muy sonriente, aunque se empeñara en ser el chico serio y duro del instituto. Y eso me gustaba.

EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora